27 junio 2013

La respuesta de las comunidades religiosas al VIH/SIDA tiene una historia que ha pasado de la duda inicial, la negaci車n y la vacilaci車n moral, e incluso de la denuncia directa, a una labor de significaci車n y alcance mundiales. Esa historia demuestra no solo el poder y los desaf赤os dimanantes de determinados criterios y valores morales y de la teolog赤a. Tambi谷n demuestra que son mayores las posibilidades de superar las discrepancias entre religiones y culturas mediante el poder de la acci車n com迆n en un 芍mbito tan amplio de preocupaciones compartidas.

Alrededor de las tres cuartas partes de la poblaci車n mundial declara su pertenencia a una comunidad religiosa, por ello no es de extra?ar que las iglesias tengan una destacada participaci車n en la respuesta a la crisis del VIH/SIDA. Lo que resulta sorprendente es la amplitud que ha cobrado esa participaci車n. La Organizaci車n Mundial de la Salud estima que del 30% al 70% de todos los servicios de atenci車n de la salud que se prestan en algunas partes de ?frica est芍n a cargo de organizaciones de base religiosa, y en muchos casos solo se dispone de cl赤nicas y hospitales dirigidos por organizaciones religiosas1. Se necesita mejorar urgentemente la reuni車n de datos2, como se demuestra en el estudio sobre Zambia y Zimbabwe realizado en el marco del Programa africano sobre activos religiosos relacionados con la salud3. En ese estudio se establece que entre el 30% y el 40%, respectivamente, de todos los servicios nacionales de atenci車n de la salud de estos dos pa赤ses se prestan por conducto de iglesias. Adem芍s de desempe?ar un papel clave en la atenci車n de las personas que viven con el VIH/SIDA, las iglesias han cumplido tambi谷n una funci車n vital proporcionando iniciativas de prevenci車n y educaci車n, as赤 como orientaci車n pastoral. Pero quiz芍s, a largo plazo, la m芍s importante de estas actividades haya sido el papel de las iglesias en la atenci車n de los hu谷rfanos. Dado que se estima que en todo el mundo existen 20 millones de ni?os que han quedado hu谷rfanos a causa del SIDA, la atenci車n que les ha prestado la iglesia es otra esfera de participaci車n de especial importancia en ?frica4.

El objetivo establecido recientemente de "llegar a cero"5 para quienes se dedican a prevenir la propagaci車n del VIH/SIDA es de por s赤 sorprendente, puesto que hace solo unos a?os semejante aspiraci車n habr赤a parecido ajena a toda expectativa razonable. Los tratamientos con los medicamentos actuales pueden detener la acci車n da?ina del virus sobre el sistema inmunol車gico. Desde 1996, la utilizaci車n de la terapia antirretroviral contra el VIH, en combinaciones de tres o m芍s medicamentos, no solo ha mejorado dr芍sticamente la calidad de vida de las personas que viven con el virus, sino que, adem芍s, en los pa赤ses en que existe un amplio acceso a ella les ha evitado una muerte temprana. Sin embargo, estos medicamentos no eliminan el VIH del organismo, lo que significa que para que no se pierda su efectividad deben ser tomados ininterrumpidamente. Esto, a su vez, plantea grandes retos en cuanto a garantizar su suministro en cantidad suficiente y sostenible, sufragar los gastos y velar por una distribuci車n equitativa6.

Otra buena noticia es que la prevalencia del SIDA entre los j車venes se ha reducido recientemente en m芍s del 25% en 15 de los 21 pa赤ses m芍s afectados, y que el n迆mero total de muertes causadas por el SIDA anualmente sigue en descenso. Esto es alentador, aunque en 2009 el n迆mero total de muertes relacionadas con esta dolencia fue de dos millones. Entretanto, se estima que a escala mundial una de cada 200 personas est芍 infectada, mientras que en algunas ciudades africanas, es posible que hasta una de cada tres personas de entre 15 y 65 a?os est谷 infectada. Puede que esta crisis haya dejado de aparecer a diario en los titulares de los peri車dicos, pero sigue siendo una crisis.

El SIDA es tambi谷n, en gran medida, una enfermedad prevenible si las personas modifican su conducta. Ahora bien, evidentemente este argumento no es tan sencillo como en el caso del h芍bito de fumar, por ejemplo, en el que se esperaba una actitud gubernamental y p迆blica m芍s normativa que fue recibida con amplia aprobaci車n. Es, sin duda, la especificidad de los preceptos morales y las actitudes frente determinadas conductas lo que ha constituido una de las esferas de preocupaci車n, porque se ha considerado que a veces las comunidades religiosas traducen los juicios sobre determinadas conductas en actitudes negativas ante quienes viven con el VIH/SIDA7. Las campa?as sobre la abstinencia y la utilizaci車n de preservativos tambi谷n han resultado pol谷micas. Muchos l赤deres religiosos han puesto un gran empe?o en abordar estas cuestiones, y si se examina la teolog赤a cristiana cabalmente, puede verse en ella un mensaje positivo que merece comprenderse y formularse mejor. Si bien cabe considerar que ciertas perspectivas son muy espec赤ficas del punto de vista cristiano, todo parece indicar que su contenido positivo tiene una aplicaci車n mucho m芍s amplia.

Por consiguiente, la discriminaci車n o la violencia contra cualquier persona por el hecho de que viva con el VIH o padezca de SIDA es, intr赤nsecamente, no solo una conducta equivocada sino adem芍s injusta. El valor y la dignidad de la persona humana tienen importantes consecuencias, dado que conllevan una obligaci車n. Esa obligaci車n es el deber de vivir de manera acorde con dicha dignidad y expresarla en acciones que reflejen nuestra responsabilidad personal, como agentes morales, de ayudar a los dem芍s y tambi谷n de vivir nuestras vidas responsablemente. En consecuencia, existe una obligaci車n para con nosotros como individuos y con la sociedad m芍s amplia en que vivimos, pero a la vez para con los dem芍s y su bienestar. Las iglesias, en particular, tienen la responsabilidad de ser l赤deres y ejemplos del cumplimiento de ese deber.

A esto deben a?adirse dos perspectivas espec赤ficamente cristianas. La primera es la fe cristiana en que Dios, lleno de gracia y de supremo amor en el sufrimiento y la muerte de Cristo, trajo al mundo finalmente el regocijo de la Pascua de resurrecci車n. En un nivel este concepto puede parecer estrictamente cristiano, pero en otro cobra universalidad al afirmar la aspiraci車n humana com迆n en el mensaje de esperanza. En 迆ltima instancia esta descripci車n se?ala la posibilidad de un mundo capaz de transformarse, redimirse y hacerse 赤ntegro. Adem芍s, en a?os recientes, pese a las numerosas tensiones existentes entre las tradiciones religiosas, han surgido iniciativas como la de la carta abierta titulada "A Common Word between Us and You,"8 dirigida a los l赤deres de la fe cristiana por los l赤deres de la fe musulmana. Estas cartas deber赤an tender un puente basado en el v赤nculo com迆n de nuestra obligaci車n de amar no solo a Dios y al Bien, sino tambi谷n a nuestro pr車jimo.

El examen del papel desempe?ado por las organizaciones de base religiosa en el cuidado de las personas que viven con el VIH/SIDA ha puesto de relieve que se trata de una esfera en la que ya cooperan varias religiones. La comprensi車n de que tenemos una base teol車gica com迆n para ello, en virtud de la obligaci車n com迆n de amar al pr車jimo, es sin dudas un v赤nculo que puede promover mayor armon赤a y mejores relaciones por sobre las discrepancias del pasado. Tambi谷n es importante se?alar que para que esta respuesta sea aut谷ntica, debe estar genuinamente enraizada en la riqueza y las particularidades espec赤ficas de la fe, as赤 como en el deber com迆n de amar al pr車jimo. En el contexto de las m迆ltiples tragedias del VIH/SIDA, ser赤a una suprema bendici車n que todos comprendi谷ramos que donde se encuentra genuinamente nuestro pr車jimo es doquiera que haya un ser humano y un hijo de Dios necesitado, al que tenemos el deber de ayudar.
Notas

1 Datos del ONUSIDA: .

2 El proyecto Mapping Religious Health Assets (Identificaci車n de recursos religiosos para la salud), promovido conjuntamente por la CIFA y la OMS, tiene por objeto abordar el d谷ficit de esta informaci車n clave y obtener datos concretos sobre el verdadero alcance de la labor en curso, que todos coinciden en que es amplio pero no ha sido objeto de medici車n: . V谷ase una perspectiva algo pol谷mica de la falta de conocimiento sobre el alcance exacto de la labor que se realiza, en Ann Widdecombe "If only the Catholic Church did PR", The Guardian, 7 de septiembre de 2010: .

3 "Appreciating Assets: The Contribution of Religion to Universal Access in Africa," Organizaci車n Mundial de la Salud (Ciudad del Cabo: ARHAP, octubre de 2006), .

4 Existen varias fuentes de informaci車n de las diferentes iglesias, de las cuales las siguientes tratan sobre los trabajos realizados en Kenya. En relaci車n con la Iglesia Evang谷lica Luterana, v谷ase: and Bill Black, "HIV/AIDS and the Church: Kenyan Religious Leaders Become Partners in Prevention", FHI, (2011). , y tambi谷n Catherine N. Machyo, "The Catholic Church and the HIV/AIDS Pandemic in Kenya: An Exploration of Issues," .

5 Llegar a cero: Estrategia 2011-2015, Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), 2010.

6 Por ejemplo, v谷ase un an芍lisis sobre mejores pr芍cticas y opciones m谷dicas 車ptimas en el informe titulado Promising and best practices in STI/HIV/AIDS prevention and care in West and Central Africa (AWARE-HIV/AIDS, 2006), .

7 Otra esfera de posible pol谷mica ha sido la utilizaci車n de preservativos, por ejemplo, aunque se advierten se?ales de una provechosa convergencia en cuestiones como el 谷nfasis en la abstinencia, verbigracia, Paul Jeffrey, "Expert: UN study backs Church strategy on AIDS", Catholic Herald, 21 de julio de 2010, .

8 Puede obtenerse m芍s informaci車n en el sitio web oficial: .

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