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La pandemia de COVID-19 no es solo una emergencia de salud mundial, afecta tambi¨¦n a las econom¨ªas, los sistemas educativos y, en general, a todas las personas, especialmente, a las m¨¢s vulnerables. En nuestra respuesta coordinada y conjunta a la pandemia, debemos centrarnos en restablecer la confianza en las instituciones internacionales.

El 75? aniversario de las Naciones Unidas es motivo de celebraci¨®n, pero tambi¨¦n de reflexi¨®n. Para continuar con el cumplimiento de su mandato, la Asamblea General debe llegar a la sociedad civil y a las partes interesadas. Debe procurar que las voces de los pueblos del mundo resuenen en los debates de la Asamblea.

La pandemia ha demostrado que la cooperaci¨®n internacional es tan necesaria como beneficiosa, tanto para las necesidades humanitarias como para el desarrollo y la distribuci¨®n de una vacuna. El multilateralismo es un instrumento esencial no solo para hacer frente a los desaf¨ªos actuales, sino tambi¨¦n para prepararse mejor para posibles futuras conmociones mundiales.

La Cumbre Humanitaria Mundial celebrada en Estambul, en 2016, moviliz¨® el apoyo mundial en favor de un programa para la acci¨®n humanitaria. Mientras los conflictos y los desastres naturales sigan generando enormes necesidades humanitarias, este apoyo mundial debe continuar. La Asamblea General puede desempe?ar un papel vital en el fortalecimiento de la coordinaci¨®n de la asistencia humanitaria y de socorro en casos de desastre, prestando especial atenci¨®n a los m¨¢s vulnerables.

Nos queda un decenio para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). A pesar de los progresos, es evidente que no vamos por buen camino para alcanzar los 17 objetivos y sus metas. Si queremos conseguir cumplir con la Agenda para 2030, debemos pasar a la acci¨®n para hacer frente a las amenazas adicionales derivadas de la pandemia de COVID-19.

Los beneficios socioecon¨®micos de la igualdad de g¨¦neros y el empoderamiento de la mujer son innegables. Sin embargo, las desigualdades siguen estando profundamente arraigadas en las sociedades de todo el mundo. Con frecuencia, las mujeres no tienen acceso a un trabajo decente, a una igualdad de salario, a una educaci¨®n de calidad y a una atenci¨®n de la salud adecuada. Sufren violencia y discriminaci¨®n y, a menudo, est¨¢n insuficientemente representadas en los procesos de adopci¨®n de decisiones pol¨ªticas y econ¨®micas. Esto debe cambiar.

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