“Indudablemente, una parte de la función de la educación consiste en ayudarnos a escapar, no del tiempo que nos toca vivir —pues estamos atados a él— sino de las limitaciones emocionales e intelectuales de nuestra época”.
?- T. S. Eliot1
Actualmente se admite con carácter general que el panorama de la educación está cambiando. Existen más maneras de aprender que nunca: métodos convencionales, a tiempo parcial, a tiempo completo, a distancia y en línea. Al mismo tiempo, las transformaciones mundiales obligan a reorientar las estructuras educativas existentes y a crear otras nuevas para que los estudiantes puedan hacer frente a los nuevos desafíos. Las personas buscan aprender de formas distintas que respondan a sus necesidades y preferencias; es importante que seamos capaces de satisfacer esta demanda y proporcionemos a los estudiantes aquello que deseen y cuando lo deseen.
En este contexto, el presente artículo pretende introducir la formulación y el desarrollo de un nuevo modo y estructura educativos —el “título mundial”— que se concibió para llenar un vacío en la educación superior internacional. Esta nueva norma crearía, por definición, un nuevo modelo institucional para la educación superior.
La propuesta del título mundial es concisa e innovadora, ya que combina el aprendizaje convencional y a distancia sin suprimir las estructuras existentes. En caso de establecerse, revolucionaría la educación superior internacional.
La declaración de la misión del título mundial —“un mundo, un título, capacidades ilimitadas”— constituye la esencia de la propuesta.
El concepto
El desarrollo de un título mundial como un nuevo modo y estructura educativos podría abordar las deficiencias actuales a medida que los países y los estudiantes se enfrentan a nuevos desafíos. Esta nueva norma contribuiría a que el aprendizaje esté mejor orientado y sea más flexible, moderno y aplicable. En el proyecto del título mundial también encajarían los programas de aprendizaje y educación permanentes. Funcionaría en paralelo con las titulaciones convencionales que ofrecen las universidades de todo el mundo, pero no sustituiría a las estructuras de educación superior existentes.
Las instituciones participantes en el proyecto del título mundial firmarían un “Tratado Académico Internacional” y adoptarían un “Crédito Académico Internacional” (CAI), como un sistema paralelo a los actualmente empleados. Dichas instituciones podrían, de ese modo, conceder títulos mundiales a los candidatos seleccionados sin menoscabo de la facultad de expedición asociada a los títulos convencionales. Las personas poseedoras de un título mundial adquirirían los mismos derechos académicos y profesionales que las que cuentan con un título convencional en el país de la institución que lo concedió y a nivel internacional, siempre que sea posible. Los títulos mundiales llevarían un logotipo y una marca de agua únicos para distinguirlos de los convencionales.
Más concretamente, la propuesta consiste en una metodología de educación superior “híbrida y extensa”, según la cual cada estudiante podría conformar su propio título de grado o posgrado, independientemente de la modalidad de asistencia (tiempo completo, tiempo parcial, aprendizaje a distancia), el método de estudio (a través de la asistencia convencional a las clases, aprendizaje electrónico o virtual, “Second Life”, etc.), la ubicación física de la universidad o incluso el idioma utilizado en la institución.
Los estudiantes podrían obtener un título mundial en cualquiera de las instituciones pertenecientes al Consorcio del Título Mundial.?Además, los estudiantes podrían crear nuevos programas de grado y adquirir nuevos conocimientos en el futuro sobre la base de los CAI que ya hayan adquirido. Un ingeniero o ingeniera civil, por ejemplo, podría obtener un título mundial y, 15 a?os más tarde, regresar a la universidad y estudiar arquitectura utilizando los CAI pertinentes de sus estudios de ingeniería anteriores, además de los relativos a la arquitectura. De esta forma, se mejora la educación permanente y el proceso de aprendizaje nunca se detiene.
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Uno de los avances más importantes en la educación, además de la aplicación de las nuevas tecnologías, ha sido la traducción de las cualificaciones en competencias y realizaciones. Actualmente resulta más fácil determinar los valores pedagógicos, lo que nos permite transmitir conocimientos de un modo más eficaz.
En un artículo titulado? (“La educación del futuro elimina el aula, porque tu aula es el mundo”), Marina Gorbis, Directora Ejecutiva de Institute for the Future, expone lo siguiente:
“Estamos distanciándonos de un modelo en el que el aprendizaje está organizado en torno a instituciones estables, normalmente jerarquizadas (escuelas, institutos, universidades) que, para bien y para mal, han sido las principales puertas de acceso a la educación y la movilidad social. Y lo estamos sustituyendo por un nuevo sistema en el que la mejor manera de concebir el aprendizaje es entenderlo como un flujo en el que los recursos educativos no son escasos, sino que están ampliamente disponibles, las oportunidades de aprendizaje son abundantes y los estudiantes tienen, cada vez más, la capacidad de sumergirse con plena autonomía en esos flujos constantes de aprendizaje y salir de ellos según les conviene.
En lugar de preocuparnos por cómo distribuir los escasos recursos educativos, el desafío con el que debemos empezar a lidiar en la era del aprendizaje socioestructurado [sic] consiste en descubrir cómo podemos atraer a las personas para que se sumerjan en este creciente flujo de recursos de aprendizaje, y cómo hacerlo de forma equitativa para crear más oportunidades para que un mayor número de personas puedan vivir mejor”.
Desde este punto de vista, el principal instrumento metodológico para la acreditación del título mundial es el CAI, que representa el esfuerzo académico que exige la educación superior. Los estudiantes serían capaces de acumular CAI de la misma forma que lo hacen con los créditos tradicionales o a través del Sistema Europeo de Transferencia y Acumulación de Créditos (ECTS). De manera similar al sistema ECTS, los CAI se evalúan como la relación entre los resultados esperados del aprendizaje (sobre la base de los métodos pedagógicos y de aprendizaje seleccionados y de los enfoques de evaluación empleados) y el tiempo disponible en términos de esfuerzo del estudiante. Para obtener un CAI, un estudiante debería realizar 25 horas de actividades, para cuyo cómputo se tendría en cuenta la asistencia presencial o virtual a las clases, el estudio individual o la realización de ejercicios prácticos o de laboratorio. La diferencia fundamental sería que el lugar, el momento, la forma de aprendizaje y la institución educativa se considerarían a un nivel distinto. Estos detalles no constituirían restricciones, sino que ofrecerían oportunidades para un aprendizaje flexible y para desarrollar procesos educativos continuos.
Esta metodología no solo utiliza las más modernas herramientas tecnológicas educativas, como el aprendizaje virtual a través de “Second Life”,?sino también las más recientes aplicaciones telemáticas para la educación a distancia y el aprendizaje electrónico, en las que la televisión digital y vía satélite, así como Internet, sirven como plataformas educativas.
Ante todo, el estudiante ocupa un lugar central en la metodología del título mundial y el CAI. El modelo didáctico se centra en la siguiente dinámica de aprendizaje:
- la utilización de las nuevas tecnologías en la educación superior;
- la necesidad de fomentar la formación continua y el aprendizaje permanente;
- la participación activa de los estudiantes y un proceso de autoaprendizaje.
De acuerdo con este modelo, se podría crear un entorno de aprendizaje personal que podría incluir apoyo institucional, una interfaz pedagógica/tecnológica y recursos complementarios.
El modelo didáctico del título mundial se construye en torno a las aspiraciones académicas y profesionales de la persona. Este nuevo contexto podría incluir, entre otros elementos, el ecosistema de aprendizaje, la visión del mundo que tenga el estudiante, el pensamiento reflexivo-informativo, el entorno laboral, las interacciones sociales, la tecnología disponible y otras experiencias.
La metodología se podría ampliar para utilizar determinadas tendencias y herramientas contemporáneas, innovadoras y tecnológicas, como los contenidos abiertos e interactivos, el aprendizaje móvil, el intercambio de material pedagógico y educativo, las redes sociales y los programas de aprendizaje informal, como Twitter, los entornos de aprendizaje personalizados, las carteras electrónicas y las plataformas educativas de aprendizaje electrónico. A modo de ejemplo, un foro de debate en un entorno de aprendizaje virtual, una cuenta de Twitter o una sesión de Skype podrían ser perfectos para la comunicación a escala mundial a la hora de responder preguntas o para la interacción de los alumnos.
Como se ha se?alado anteriormente, si llegara a establecerse el título mundial, crearía un nuevo modelo institucional para la educación superior. Utilizaría los últimos avances tecnológicos y modernas tecnologías educativas, como el aprendizaje abierto, los medios sociales, el aprendizaje móvil, el aprendizaje mixto, la realidad aumentada, etc. La iniciativa del título mundial introduciría asimismo una corriente nueva de pensamiento positivo sobre el futuro de la educación.
Aparte de sus beneficios evidentes, los receptores de un título mundial podrían también:
- identificar y lograr sus objetivos y aspiraciones, especialmente en respuesta a los desafíos mundiales;
- mejorar su conocimiento con una perspectiva global;
- reconocer su pertenencia a una comunidad internacional y utilizar dicha comprensión de forma eficaz para entender la muticulturalidad;
- poner en práctica sus aptitudes y su creatividad más allá de sus entornos regionales.
Como lo expresó Platón: “No entrenes a los ni?os para aprender por la fuerza o la dureza; oriéntalos más bien recurriendo a aquello que divierte sus mentes, para que puedan descubrir con exactitud la peculiar inclinación del genio de cada uno”2.
En definitiva, el título mundial nos permitiría conocer mejor el mundo que nos rodea y desenvolvernos mejor en él. Como dijo Salman Khan, “Estamos ante la revolución de la información. Todos los campos están experimentando una revolución, salvo el educativo. Esto es absurdo”3.
Notas
1T.S. Eliot, “On Teaching the Appreciation of Poetry”, en?The Complete Prose of T.S. Eliot. The Critical Edition: Still and Still Moving, 1954-1965,?Jewel Brooker y Ronald Schuchard, eds. (Baltimore, Maryland, John Hopkins University Press, 2019), 405-415.?
2 笔濒补迟ó苍,?La República,?traducción al inglés de?Benjamin Jowett (Minneapolis, Minnesota, First Avenue Editions, 2015), 186.?
3 David Gelles, “The man who knows everything: stories”, entrevista con Salman Khan,?Financial Times?(Londres, Reino Unido), 29 de octubre de 2011, 26.
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