La violenta conmoción epidemiológica que supuso la COVID-19, la cual tomó por sorpresa a todos los países sin distinción alguna, siempre será recordada como un acontecimiento importante del siglo XXI. Puso de manifiesto la falta de preparación de la comunidad internacional en los planos estatal y de las Naciones Unidas, entre otros. Sus efectos no conocen precedentes en las esferas política y socioeconómica en los países, así como en los planos sistémico y de gestión dentro de las Naciones Unidas y sus organismos.
Las ondas sísmicas de esta pandemia provocaron reacciones en todo el mundo, aunque en ocasiones fueron descoordinadas y afectaron al sistema multilateral. La respuesta de las Naciones Unidas fue global y se llevó a cabo por medio de sus organismos especializados y sus órganos principales. Garantizaron la continuidad de sus actividades y la aplicación de sus respectivos mandatos mediante la adaptación de sus métodos de trabajo a las realidades del confinamiento y el distanciamiento físico. Adoptaron resoluciones para facilitar la coordinación de la respuesta internacional frente a la COVID-19, lo cual demostró su firme compromiso en favor del multilateralismo, incluso en esta coyuntura extraordinaria.
Por su parte, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, demostró su liderazgo, dado que, desde el principio de la crisis, se dispuso a movilizar a la comunidad internacional para luchar de manera eficaz contra la epidemia.
En este contexto, el Secretario General realizó varios llamamientos, como el que exigía un alto el fuego mundial inmediato, el fin de la violencia doméstica y de género, la protección de los ni?os, el abordaje del cambio climático, el alivio de la deuda, la lucha contra el discurso de odio y, más recientemente, la protección de las personas desplazadas. Estas iniciativas aumentaron la concienciación universal sobre la importancia de fortalecer y consolidar las iniciativas con el fin de reducir las consecuencias de esta crisis sanitaria.
Marruecos se enorgullece de haber estado en consonancia con dichos llamamientos, sobre todo en lo que respecta a la organización, el 12 de mayo de 2020, de una?videoconferencia de alto nivel?entre representantes de las fes cristiana, judía y musulmana en relación con el papel de los líderes religiosos a la hora de combatir los múltiples desafíos que plantea la COVID-19, incluida la lucha contra el discurso de odio.
Inevitablemente, derrotaremos a la pandemia, pero el cambio climático se mantendrá como la mayor amenaza para el planeta del siglo XXI.
En paralelo a estas medidas, la Organización Mundial de la Salud continuó orientando los programas de investigación, definiendo las normas y los estándares, prestando apoyo tecnológico y garantizando el seguimiento de la situación sanitaria mundial. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, como medida de apoyo al nuevo sistema de coordinadoras y coordinadores residentes, instauró una estrategia de respuesta mundial integrada que se basa en el paradigma de “preparación, respuesta y recuperación”. Los fondos, organismos y programas de las Naciones Unidas, las instituciones de Bretton Woods y las organizaciones regionales y subregionales tomaron medidas urgentes y específicas para combatir la pandemia.
La reciente?, celebrada en Londres el 4 de junio de 2020, ilustra a la perfección la eficiencia y pertinencia de llevar a cabo acciones colectivas y multilaterales para combatir esta pandemia.??para apoyar la investigación de una vacuna que estará a disposición de todos los países.
La emergencia sanitaria contribuyó a aumentar la concienciación acerca de la emergencia ambiental en lo que respecta a las obligaciones de los Estados con respecto al Acuerdo de París de 2015 y la Cumbre sobre la Acción Climática 2019. En este contexto, la crisis de la COVID-19 reforzó las iniciativas y coaliciones de los países relacionadas con la transición energética y la diversificación del suministro de energía, así como la inversión en energía renovable. Inevitablemente, derrotaremos a la pandemia, pero el cambio climático se mantendrá como la mayor amenaza para el planeta del siglo XXI.
Si bien la crisis sanitaria acapara en estos momentos toda la atención mundial, también agrava las tensiones que existían previamente en las zonas de conflicto, a pesar del llamamiento del Secretario General a un alto el fuego mundial. Algunos grupos armados se han aprovechado de la situación actual para hacerse con el control de nuevos territorios y redoblar sus ataques sobre los civiles, los hospitales, las escuelas y la infraestructura económica.
Ante este doble desafío, las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas brindaron un apoyo esencial en la lucha contra la COVID-19 a los países en los que estas se llevan a cabo, al tiempo que siguieron cumpliendo sus mandatos en la medida de lo posible. En las misiones se tomaron una serie de medidas preventivas al principio de la crisis.
En este contexto, las Naciones Unidas, junto con sus asociados institucionales del sector privado e internacionales, hicieron lo correcto al prestar una especial atención a los países más vulnerables del continente africano, el cual, a pesar de la gran resiliencia que había demostrado hasta el momento, no dispone de una infraestructura sanitaria que le permita combatir la pandemia de manera eficaz.
Basándose en las lecciones aprendidas en las emergencias sanitarias del pasado, sobre todo en la crisis del ?bola que afectó a ?frica en 2014, Marruecos envío millones de mascarillas y suministros médicos a numerosos países africanos. Además, Su Majestad el Rey Mohammed VI propuso un marco de cooperación operacional entre los estados africanos, el cual recibió el apoyo de muchos de sus homólogos.
La desinformación ha sido otro aspecto perjudicial de la pandemia. El Secretario General dio la voz de alarma sobre esta “propagación de la desinfodemia” al comparar los peligros de la desinformación con los del propio coronavirus.
Consciente de este peligro, Marruecos, en sus funciones como Presidente del Comité de Información de la Cuarta Comisión de la Asamblea General, apoyó con firmeza las medidas adoptadas por el Departamento de Comunicación Global de las Naciones Unidas, que ha redoblado sus esfuerzos durante la crisis. La creación de la etiqueta “Verificado” ilustra a la perfección la importancia de la iniciativa de las Naciones Unidas en lo relativo a la difusión de información fiable.
Algunos analistas ya sue?an con una revisión general de la arquitectura internacional. Otros declaran obsoletas las instituciones de Bretton Woods y se?alan la llegada de un nuevo orden internacional tras la COVID-19.
Esta pandemia constituye tanto una catástrofe como una oportunidad. Representa una lupa que pone de manifiesto las disfunciones de las relaciones internacionales y, al mismo tiempo, la centralidad de las Naciones Unidas.
Algunos analistas ya sue?an con una revisión general de la arquitectura internacional. Otros declaran obsoletas las instituciones de Bretton Woods y se?alan la llegada de un nuevo orden internacional tras la COVID-19. De hecho, la pandemia y sus consecuencias multidimensionales exigen con total determinación un cuestionamiento legítimo y existencial acerca de la gobernanza mundial. No obstante, aquellas personas que pronostican una desglobalización, se sentirán realmente decepcionadas. La actual “explosión” geopolítica continuará durante un tiempo, y el mundo multipolar de hoy en día seguirá existiendo en el futuro.
Mientras se celebra el septuagésimo quinto aniversario de las Naciones Unidas, no sería justo reducir a la institución a la parálisis del Consejo de Seguridad. Los logros de la Organización en estos tres ámbitos (el desarrollo, la paz y la seguridad y los derechos humanos) son incuestionables. Sus repercusiones en la vida diaria de los ciudadanos del mundo son, sin lugar a duda, significativas y concretas.
La celebración del septuagésimo quinto aniversario constituirá una excelente oportunidad para reforzar nuestro compromiso colectivo con los valores y principios del multilateralismo, así como para reafirmar nuestro compromiso inquebrantable de actuar con unidad y solidaridad. Asimismo, será una ocasión perfecta para participar en una reflexión seria con el objetivo de adoptar una visión a largo plazo. Para ello, el sistema multilateral, a pesar de sus debilidades, sigue siendo nuestra única opción, y las Naciones Unidas son nuestra mejor esperanza para abordar los desafíos presentes y futuros de la humanidad.
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La Crónica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, así como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los artículos no implican necesariamente un apoyo o una aceptación por parte de las Naciones Unidas.?