22 enero 2020

Cuando en 2018 se proclamó el?, que se celebra el 24 de enero, muchas personas cuestionaron por qué un tema tan importante para nuestra vida había tardado tanto en encontrar su lugar en el calendario de las Naciones Unidas. Ese retraso puede verse como una metáfora de la propia educación, puesto que los resultados positivos de esta nunca se observan de inmediato. Sus beneficios, por el contrario, suelen manifestarse a lo largo de una generación, o a veces tardan incluso más; se aprecian en el desarrollo de los países, el bienestar de los pueblos y la capacidad de innovación de una sociedad.

En retrospectiva, se puede afirmar que se ha producido toda una revolución en el ámbito educativo desde la fundación de las Naciones Unidas y la adopción de la?Declaración Universal de Derechos Humanos?hace más de 70 a?os. Nunca antes hubo tantos ni?os y jóvenes en la escuela y la universidad. Para muchos países que han obtenido recientemente su independencia, la educación ha seguido siendo la piedra angular de la construcción nacional. Hoy en día, el acceso a la educación es el aspecto que más valoran las familias y comunidades que se encuentran en las circunstancias más difíciles; la educación es una vía para salir de la pobreza y un trampolín hacia las oportunidades, hacia una vida más digna y mejor.

Esto se debe a que, para las personas y las sociedades, la educación es sinónimo de desarrollo, empoderamiento y transformación. Tenemos pruebas irrefutables de que la educación es clave para reducir la pobreza, combatir la mortalidad materna e infantil, poner fin a los matrimonios precoces y mejorar la salud, los ingresos y el crecimiento económico, entre otros muchos efectos esenciales. Sin embargo, la realidad es que demasiadas personas se quedan atrás en la educación, lo que provoca mayores desigualdades y un aumento de la exclusión tanto dentro de los países como entre ellos. Este problema, de hecho, está frenando los avances en pos de la realización de la?.

Con las proyecciones actuales, uno de cada seis ni?os de 6 a 17 a?os seguirá sin ir a la escuela en 2030. Apenas seis de cada diez jóvenes finalizarán la educación secundaria, un nivel esencial para desenvolverse en el mundo actual, cambiante y complejo1. El desafío es mayor en ?frica Subsahariana, donde la población en edad escolar está creciendo más rápidamente que en el resto del mundo2. Además, junto a las dificultades de acceso, la educación está fallando a muchos ni?os y jóvenes en todo el mundo: seis de cada diez no adquieren los conocimientos básicos en el aula al cabo de varios a?os de escolaridad3.

El , relativo a la educación de calidad, sitúa el listón muy alto, porque ninguna sociedad puede prosperar en la era de la gobalización y la transformación tecnológica si la educación se trunca al finalizar la escuela primaria o secundaria. Necesitamos una educación superior y una formación profesional sólidas para desarrollar el talento y dise?ar soluciones sostenibles; itinerarios para aprender a lo largo de toda la vida en diversos contextos; y sistemas de educación que funcionen para todas las personas en todos los niveles, con independencia de su procedencia y sus circunstancias.

El principio de ?no dejar a nadie atrás? no es una simple cuestión numérica: exige reevaluar y reimaginar qué significa y qué proporciona la educación. Este a?o, el Día Internacional de la Educación celebra, precisamente, el hecho de que el aprendizaje puede empoderar a las personas, favorecer la paz, avanzar hacia una prosperidad compartida y proteger un planeta frágil. Es una oportunidad para recordar que la educación es el mayor recurso renovable del que dispone la humanidad, un derecho fundamental, y bien público y uno de los impulsores de la Agenda 2030 en su conjunto. Si queremos marcar la diferencia en la próxima década, cada una de las palabras clave del ODS 4 —inclusión, equidad, calidad y aprendizaje permanente— debe tener un peso específico en la práctica, y no meramente simbólico.

Nuestro primer imperativo es la inclusión. Forjar una cultura de inclusión en las leyes y en la práctica representa un auténtico compromiso para respetar a cada estudiante, valorando la diversidad y el enriquecimiento y garantizando unos entornos de aprendizaje sin violencia. Esto implica combatir los prejuicios y la discriminación, problemas generalizados que agudizan la marginación basada en la discapacidad, la edad, el género, la identidad sexual, la lengua, la raza o el origen étnico. El imperativo de la inclusión adquiere mayor urgencia en un contexto de aumento de las migraciones y los desplazamientos forzados: se calcula que 3,7 millones de refugiados en edad escolar no pueden acceder a su derecho a la educación, y que su tasa de matriculación en la ense?anza secundaria se sitúa tan solo en el 24?%4.

Debemos actuar en el frente legislativo, puesto que solamente uno de cada cinco países cuenta con leyes que garanticen 12 a?os de educación obligatoria y gratuita5, una de las metas del ODS 4 para todos los ni?os y ni?as.? La??trabaja con los Gobierno para establecer marcos legislativos adecuados, armonizados con los instrumentos internacionales, para consagrar el derecho a la educación y luchar contra todas las formas de discriminación. Debemos apoyar unos marcos normativos y de planificación más inclusivos, así como utilizar datos desglosados para obtener una imagen más precisa de las personas que se están quedando fuera y por qué.

La equidad está intrínsecamente vinculada a la inclusión, a la necesidad de romper el ciclo de desigualdades que lleva a que, en los países de ingreso bajo, el 20?% más rico de la población tenga una probabilidad nueve veces mayor que el 20?% más pobre de completar la educación secundaria superior.

El segundo imperativo es la calidad. Si queremos que el aprendizaje sea realmente transformador, hemos de invertir en las personas que se encuentran cada día en primera línea del aprendizaje: el personal docente. Necesitaremos 69 millones de docentes cualificados para universalizar la educación primaria y secundaria de aquí a 2030. Es preciso valorar y apoyar su profesión a través de capacitación profesional, una remuneración adecuada, condiciones de trabajo decentes y reconocimiento social. El profesorado necesita programas de estudio adaptados a las realidades y los desafíos de nuestro tiempo, desde la alfabetización digital hasta la promoción de la educación para el desarrollo sostenible. El personal docente necesita adquirir aptitudes para fomentar el razonamiento crítico y para cuestionar las normas y los estereotipos de género a través de pedagogías transformativas y enfoques centrados en el estudiante. Además, necesita tener acceso a los hallazgos procedentes de los campos de las ciencias cognitivas y la neurociencia, con el fin de enriquecer su práctica.

La UNESCO está liderando el trabajo dirigido a orientar al personal docente sobre cómo prevenir el extremismo violento, combatir el antisemitismo y promover los valores de la ciudadanía global y la paz a través de la educación.? Capacitamos al profesorado para que aprenda a desarrollar la resiliencia de sus alumnos al cambio climático, a fomentar la participación de las ni?as en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (CTIM), a impulsar la responsabilidad hacia nuestro planeta y a promover una cultura de paz y sostenibilidad.

El tercer pilar del ODS 4 es el aprendizaje permanente. En un mundo caracterizado por una movilidad creciente, los sistemas educativos deben facilitar el aprendizaje en todas las edades, ya sea a través de segundas oportunidades, de programas de alfabetización de adultos o de la eliminación de las barreras de acceso a la educación superior. El pasado mes de noviembre, los Estados miembros de la UNESCO adoptaron la?, un instrumento histórico que facilitará la movilidad del alumnado. Al mismo tiempo, estamos llevando a cabo una iniciativa piloto denominada?. Mediante el reconocimiento del aprendizaje y las aptitudes previamente adquiridos por las personas que se ven forzadas a dejarlo todo atrás, facilitamos la cohesión social y la integración.?

Para avanzar en todos estos frentes, necesitamos un notable incremento de la financiación. El pasado noviembre, el profesor Tijjani Muhammad-Bande, Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, instó en la UNESCO a todos los países a ampliar y alcanzar los parámetros de referencia de financiación nacional y de donantes en materia de educación. Para ello es necesario llevar a cabo un ejercicio fundamental de priorización, de adopción de las decisiones más sabias de cara al futuro a mediano y largo plazo.

Como organismo de las Naciones Unidas al que se ha encomendado la misión de coordinar el ODS 4, nuestro mensaje es claro: no lograremos el futuro que queremos sin un compromiso considerablemente mayor para garantizar que todo ni?os, joven y adulto tenga acceso a una educación de calidad, a docentes capacitados y a entornos de aprendizaje seguros. Este es el pacto social al que debemos llegar en el próximo decenio para convertir la educación en una fuerza favorable a los pueblos, la prosperidad, el planeta y la paz.?

?Notas??

1Instituto de Estadística de la UNESCO y Equipo del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, ?Cumplir los compromisos: ?van los países por el buen camino para alcanzar el ODS 4??, documento de programa o de reunión (Montreal, Quebec, 2019), págs. 3 y 4. Disponible en?.?

2Ibid., 3.

3Ibid., 5. Véase también Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) e Instituto de Estadística de la UNESCO, ?More than half of children and adolescents are not learning worldwide?, ficha descriptiva núm. 46 (París y Montreal, 2017). Disponible en?.

4Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), ?Reforzando la educación de los refugiados en crisis?, informe (Ginebra, 2019), págs. 4, 6, 11 y 24. Disponible en?.

5UNESCO, ?Lo que necesita saber sobre el derecho a la educación?, 10 de octubre de 2018. Disponible en?.

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