1 abril 2015

Objetivo 2

Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora?de la nutrición y promover la agricultura sostenible

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El a?o 2015 ofrece una oportunidad única para que la comunidad internacional del desarrollo aproveche y refuerce el impulso iniciado por los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

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Aprovechar los progresos realizados

La presentación de la agenda para el desarrollo después de 2015 se ha programado para septiembre de 2015, lo que nos da el tiempo necesario para celebrar consultas y debatir sobre objetivos puntuales que se necesitan para maximizar los progresos. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) partieron de cero y crearon una base de referencia para las metas mundiales relacionadas con el hambre y la pobreza, mientras que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se establecerán a plena marcha, impulsados por una década de lecciones aprendidas. Gracias a esta experiencia, los próximos a?os ofrecen posibilidades sin precedentes para el desarrollo humano.

En lo que respecta a la nutrición, el discurso y las medidas actuales responden a una serie de estrategias y enfoques que han ido evolucionando durante la vigencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La nutrición ha captado la atención mundial y ha seguido siendo un tema destacado para la mayoría de los asociados para el desarrollo. Ha habido una serie de iniciativas, procesos y compromisos internacionales de múltiples interesados que avivan el interés, como el Movimiento para el Fomento de la Nutrición (2009), el Pacto Mundial de la Nutrición para el Crecimiento (2013), el Reto del Hambre Cero del Secretario General de las Naciones Unidas (2012) y la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición.

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Sistemas alimentarios para la nutrición

La Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición, convocada conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y la Organización Mundial de la Salud y celebrada en Roma en noviembre de 2014, reunió a casi 170 Estados Miembros para tratar los múltiples desafíos derivados de la malnutrición. En la Conferencia se elaboraron dos documentos finales: la Declaración de Roma sobre la Nutrición, en la que se describían los desafíos actuales y se recogía el compromiso de abordarlos en el decenio venidero, y un Marco de Acción complementario, en el que se enumeraban 60 medidas que los países pueden seleccionar para orientar las estrategias nacionales de nutrición.

Uno de los mensajes clave de la Conferencia fue que los sistemas alimentarios están cambiando con rapidez en todo el mundo y cada vez son más complejos. Las tendencias recientes de la industrialización, la mundialización y la comercialización tienen profundas repercusiones en los tipos de alimentos que se producen, el grado en que se procesan y la forma de consumirlos.

En los últimos a?os, la comunidad internacional de interesados en la nutrición ha difundido ese mensaje con más intensidad aún, lo que en gran parte refleja la creciente inquietud que suscitan los efectos de las actuales pautas de consumo y producción y su sostenibilidad. La comercialización y la especialización de la producción, la elaboración y la venta al por menor agrícolas han mejorado la eficacia del sistema alimentario mundial, con lo que se ha logrado que haya una amplia variedad de alimentos más disponibles y más asequibles durante todo el a?o (FAO, 2013, pág. v), pero las cargas “dobles” o incluso “triples” de la malnutrición también están cada vez más presentes. En la actualidad, la mayoría de los países padecen determinadas combinaciones de retraso en el crecimiento, anemia y obesidad y sobrepeso.

Los efectos ambientales negativos que se derivan de estas nuevas pautas de cambio del sistema alimentario son, por nombrar tan solo unos pocos, la degradación de la tierra, el uso insostenible del agua y la fuerte dependencia de plaguicidas y fertilizantes. Estos efectos son muy preocupantes, no solo por sus evidentes repercusiones agroecológicas, sino también porque aumentan el riesgo de inseguridad alimentaria y pobreza, que a su vez tienen implicaciones perniciosas para la nutrición y la salud.

Por lo tanto, cada vez está más extendida la idea de que la calidad de los sistemas alimentarios a nivel mundial, nacional y local refleja el papel integral que representa la agricultura en los resultados sobre nutrición y seguridad alimentaria. El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2 (“poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”) es un claro reconocimiento de los vínculos entre estos importantes componentes. Se trata, además, de un territorio inexplorado que ofrece oportunidades sin precedentes para abordar una serie de desafíos que afectan a los sistemas alimentarios actuales mediante, entre otros, el aumento del apoyo a los peque?os productores de alimentos, la mejora de la sostenibilidad del medio ambiente, el incremento de la resiliencia en los métodos de producción y la reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos.

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Garantizar que la nutrición no caiga en el olvido

De los 17 ODS y las 169 metas propuestas por el Grupo de Trabajo Abierto de las Naciones Unidas, solo el ODS 2 incluye una disposición sobre la nutrición. No obstante, ya supone un logro que se integre el sustento en el contexto de la seguridad alimentaria y la agricultura sostenible, pues con ello se reconoce el papel fundamental de los enfoques sobre nutrición basados en los alimentos. Por otra parte, al consolidar nutrición, seguridad alimentaria y agricultura en el mismo objetivo se refuerza la rendición de cuentas respecto de los efectos que tienen los métodos de producción agrícola y el desarrollo del sistema alimentario en la salud y el medio ambiente.

El riesgo de la formulación adoptada para el ODS 2 es que el concepto de “mejora de la nutrición” se confunda con la idea tradicional de reducción del hambre, con lo que la atención recaería por defecto en la cantidad de alimentos y la disponibilidad calórica nacional, y no en la calidad de los alimentos disponibles y el acceso a ellos por parte de personas y hogares. Se trata de un problema habitual en el discurso de la seguridad alimentaria. Aunque la definición original de seguridad alimentaria de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 se refería a la disponibilidad de alimentos adecuados, seguros, diversos y nutritivos para todos y durante todo el a?o, con el paso del tiempo este concepto se ha reducido en muchos contextos a la disponibilidad calórica bruta. En consecuencia, ahora hablamos a menudo de “seguridad alimentaria y nutrición” para evitar que esta última caiga en el olvido.

?Cómo podemos conseguir que ese componente de nutrición del ODS 2 se respete y no quede eclipsado? Se ofrecen dos sugerencias, basadas en la premisa de que la clave está en tener en cuenta la calidad (y no la cantidad) de los alimentos. En primer lugar, la productividad agrícola debe prestar atención a los alimentos ricos en nutrientes. En segundo lugar, los países deben reconocer que hay muy diversos puntos de partida para mejorar la nutrición mediante los sistemas agrícolas y alimentarios. Hay muchas formas de aumentar la calidad de los alimentos disponibles en un entorno alimentario determinado. De hecho, gracias a la rapidez con la que avanzan la comercialización y la especialización de la producción agrícola actual, hay una amplia variedad de oportunidades.

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Localizar los puntos de partida

El Marco de Acción de la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición incluye una sección sobre sistemas alimentarios sostenibles que promuevan dietas saludables con más recomendaciones que casi cualquier otra sección. Entre otras medidas, se propone fomentar la diversificación de los cultivos, establecer a nivel nacional normas alimentarias o centradas en los nutrientes, reforzar la producción y la elaboración de alimentos a escala local, y estudiar instrumentos de regulación o de carácter voluntario para promover dietas saludables. El amplio alcance de las recomendaciones es indicativo de la cantidad de métodos con los que se puede promover el énfasis nutricional de los sistemas agrícolas y alimentarios. Sin embargo, la dificultad estriba en determinar cuáles de esos numerosos puntos de partida serán más eficaces, habida cuenta de las preferencias socioculturales, el ambiente político y el panorama de políticas circundante.

Mientras que los primeros factores enunciados corresponden sin duda a cada país, se está fraguando un consenso internacional sobre los ámbitos de políticas con más potencial para incidir en la nutrición. Cabe mencionar los siguientes: políticas de producción agrícola, estrategias dise?adas para incidir en el poder adquisitivo de los consumidores (por ejemplo, transferencias en efectivo, subsidios al consumo), políticas relativas a la transformación de los alimentos y la demanda de los consumidores, y políticas comerciales y de mercado tales como los aranceles o las prohibiciones a la importación (Global Panel on Agriculture and Food Systems for Nutrition, 2014).

De manera general, debe ponerse el énfasis en aprovechar los recursos normativos para lograr que haya más alimentos variados y nutritivos disponibles y asequibles, con lo que se conseguirá que los sistemas alimentarios sean más sensibles a la nutrición. En ese proceso tienen mucha importancia las prácticas de producción viables desde el punto de vista ambiental que mejoran la sostenibilidad agrícola a largo plazo (con los consiguientes efectos positivos en la seguridad alimentaria y la nutrición).

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Medir los avances

El ODS 2 abre las puertas a una amplia gama de puntos de partida en materia de políticas y programas para mejorar la nutrición a través de la agricultura. No obstante, en lo que respecta al seguimiento y la evaluación de la nutrición, los parámetros son más estrictos. Hasta la fecha, existe un amplio consenso sobre los mejores indicadores para medir la consecución de los resultados más importantes sobre nutrición. Se trata de un conjunto recomendado por el Comité Permanente de Nutrición de las Naciones Unidas (UNSCN) que comprende el retraso en el crecimiento, la emaciación, el sobrepeso, la lactancia materna exclusiva, el peso bajo al nacer y la prevalencia de la anemia entre las mujeres en edad reproductiva. Esos indicadores se utilizan para evaluar el avance hacia las metas de nutrición mundiales de la Asamblea Mundial de la Salud y para estimar el porcentaje del presupuesto nacional asignado a la nutrición (UNSCN, 2014).

Se está promoviendo la inclusión de todos esos indicadores en el ODS 2. Entre el conjunto de indicadores nutricionales acordado por el UNSCN figura la diversidad alimentaria mínima en la mujer (MDD-W), que se define como el porcentaje de mujeres entre 15 y 49 a?os que consumen por lo menos cinco de los diez grupos de alimentos definidos (FANTA/FAO, 2014). En la actualidad, este indicador es la única opción validada para evaluar la calidad de la dieta adulta individual. Es una medida indirecta de la suficiencia de micronutrientes en la dieta de las mujeres en edad reproductiva. Las mujeres que consumen por lo menos cinco de los diez grupos de alimentos tienen más posibilidades de satisfacer sus necesidades de micronutrientes que las que consumen alimentos de menos grupos. El indicador MDD-W es un indicador clave que vincula todos los componentes del ODS 2 recalcando la calidad nutricional de la ingesta y poniendo a la vez de relieve la importancia de la agricultura para promover la buena salud (UNSCN, 2014).

Es importante se?alar que, en general, la elaboración y validación de indicadores basados en los alimentos se ha quedado ostensiblemente a la zaga de otros tipos de medición relacionados con la nutrición. La mayoría de esos indicadores no han cambiado en lo esencial desde la década de 1970; siguen midiendo la disponibilidad y el acceso a las calorías (Herforth, 2015), lo que refleja la visión reduccionista de la seguridad alimentaria que se mencionó más arriba. Es imprescindible aumentar la demanda y la disponibilidad de indicadores sobre la idoneidad de la dieta, comparables a escala mundial y recopilados de forma rutinaria, a fin de que los sistemas agrícolas y alimentarios se atengan a unos estándares más exigentes y más centrados en la salud. En este sentido, el ODS 2 ofrece enormes posibilidades.

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Referencias

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Comité Permanente de Nutrición de las Naciones Unidas, Indicadores de nutrición prioritarios para los Objetivos de Desarrollo Sostenible posteriores a 2015. Informe de política. Ginebra. Disponible en .

Global Panel on Agriculture and Food Systems for Nutrition (2014). How Can Agriculture and Food System Policies Improve Nutrition? Technical Brief, November 2014. Londres. Disponible en: .

Herforth, Anna (2015). (En prensa) “Access to Adequate Nutritious Food: New Indicators to Track Progress and Inform Action”. En The Fight against Hunger and Malnutrition: The Role of Food, Agriculture, and Targeted Policies, David E. Sahn, ed. Oxford University Press.

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2013). El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2013: sistemas alimentarios para una mejor nutrición. Roma. Disponible en .

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, y Asistencia Técnica sobre Alimentos y Nutrición (FANTA) (2014). Introducing the Minimum Dietary Diversity–Women (MDD-W): Global Dietary Diversity Indicator for Women, July 15–16, 2014. Washington D.C. Disponible en .

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y Organización Mundial de la Salud (2014). Declaración de Roma sobre la Nutrición. Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición, Roma, 19 a 21 de noviembre de 2014. Disponible en .

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y Organización Mundial de la Salud (2014). Marco de Acción. Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición, Roma, 19 a 21 de noviembre de 2014. Disponible en .

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