27 mayo 2014

La resistencia de las Naciones Unidas es notable. Durante casi 70 a?os, el n¨²mero de miembros de las Naciones Unidas se ha incrementado r¨¢pidamente despu¨¦s de que pa¨ªses recientemente independizados se hayan unido a sus filas. Tambi¨¦n resulta alentador el hecho de que ning¨²n pa¨ªs haya sentido el deseo lo suficientemente fuerte de abandonar la organizaci¨®n, a pesar de sus deficiencias democr¨¢ticas. En particular, la composici¨®n y los m¨¦todos de trabajo del Consejo de Seguridad son fuente de descontento para muchos, as¨ª como el fracaso de las Naciones Unidas para aplicar ciertas resoluciones de la Asamblea General. Sin embargo, en los ¨²ltimos decenios, la adopci¨®n de decisiones internacionales nunca ha sido tan inclusiva, especialmente en la Asamblea, gracias en buena medida al papel fundamental que ha jugado el Grupo de los 77, el bloque m¨¢s grande de las Naciones Unidas.

Con unos 130 miembros en el ¨²ltimo decenio, el Grupo de los 77 abarca una mayor¨ªa considerable de los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas. La fortaleza num¨¦rica de este bloque de pa¨ªses en desarrollo, fundado hace 50 a?os con 77 miembros iniciales (lo que dio su nombre al grupo), ha funcionado como un contrapunto a la influencia de los pa¨ªses desarrollados que, debido a sus mayores recursos financieros y a su capacidad para financiar organizaciones internacionales, gozan tambi¨¦n de una influencia considerable. Lamentablemente, las tensiones entre aquellos que tienen el ¡°poder de la mayor¨ªa¡± y los que tienen el "poder del dinero¡± impiden con frecuencia un consenso puntual y significativo en cuestiones fundamentales.

A pesar de que algunos diplom¨¢ticos experimentados mantienen que la falta de acuerdo entre los pa¨ªses desarrollados y los pa¨ªses en desarrollo est¨¢ m¨¢s relacionada, a menudo, con el poder que con diferencias ideol¨®gicas reales, se pueden identificar f¨¢cilmente los puntos de vista esencialmente opuestos de las posiciones adoptadas por los pa¨ªses del Norte y del Sur. Los Estados Miembros tienen diferentes prioridades. Los pa¨ªses en desarrollo quieren claramente que la Asamblea General se implique mucho m¨¢s en el desarrollo y en las cuestiones financieras mundiales, mientras que los pa¨ªses desarrollados ven a las Naciones Unidas en Nueva York principalmente como un lugar para tratar la paz, la seguridad y las cuestiones humanitarias urgentes, argumentando que las instituciones de Bretton Woods y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se crearon espec¨ªficamente para ocuparse del desarrollo. Los pa¨ªses del Sur tienden a contrarrestar este argumento se?alando que estos organismos est¨¢n demasiado influidos por sus principales donantes. Por ejemplo, mediante las contribuciones voluntarias y las contribuciones para fines espec¨ªficos, los pa¨ªses desarrollados tienen mucho m¨¢s poder de decisi¨®n en el funcionamiento del PNUD.

Curiosamente, la divisi¨®n Norte-Sur es mucho menos pronunciada en la esfera de los derechos humanos, porque muchos pa¨ªses del Sur, al igual que los pa¨ªses del Norte consideran el respeto a los derechos humanos como una condici¨®n clave para que una naci¨®n prospere pol¨ªtica y econ¨®micamente.

La Secretar¨ªa de las Naciones Unidas, atrapada entre las prioridades opuestas de los bloques de los Estados Miembros, suele argumentar que la paz y la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos est¨¢n interrelacionados, y que son pilares igualmente importantes del Sistema de las Naciones Unidas.

A menudo, debido a las claras y profundas diferencias de las prioridades Norte/Sur, muchas de las victorias anunciadas por cada parte tienen una vida corta y no se ponen en pr¨¢ctica, o quedan lejos de alcanzar los objetivos pretendidos. Algunos ¨¦xitos iniciales del Grupo de los 77 nunca se realizaron plenamente. Un ejemplo notable es la resoluci¨®n de 1970 que dispuso que ¡°cada pa¨ªs econ¨®micamente adelantado aumentar¨¢ progresivamente su asistencia oficial a los pa¨ªses en desarrollo y har¨¢ los mayores esfuerzos para alcanzar una cantidad neta m¨ªnima equivalente al 0,7% de su producto interno bruto¡±. Los Estados Unidos de Am¨¦rica manifestaron su resistencia desde el inicio y nunca tuvieron la intenci¨®n de lograr este objetivo. E incluso los pocos pa¨ªses que lograron este objetivo durante decenios recientemente han reducido su asistencia, o est¨¢n incluyendo los costos relativos al mantenimiento de la paz, la ayuda humanitaria e incluso las misiones comerciales en el c¨¢lculo de su ayuda. La actual recesi¨®n mundial est¨¢ contribuyendo sin duda a la reducci¨®n global de la asistencia al desarrollo, golpeando a los pa¨ªses m¨¢s vulnerables y a aquellos que se enfrentan doblemente a una reducci¨®n de la demanda y del precio de sus materias primas.

Los esfuerzos de los pa¨ªses ricos para establecer reformas de la gesti¨®n tambi¨¦n han tenido un ¨¦xito limitado. Un ejemplo t¨ªpico es el destino de la decisi¨®n de 2005 de la Asamblea General de examinar los 9.000 mandatos provenientes de las resoluciones (se a?aden m¨¢s de un centenar cada a?o) para determinar si algunos est¨¢n desfasados o duplicados. El examen se encontr¨® inmediatamente con t¨¢cticas dilatorias por parte de los pa¨ªses en desarrollo, lo que llev¨® finalmente al carpetazo despu¨¦s de unos a?os de negociaciones intensas, aunque oficialmente se culp¨® al proceso del presupuesto de las Naciones Unidas, ya que este proceso impide vincular los recursos con mandatos espec¨ªficos. En una l¨ªnea similar, las recientes negociaciones sobre la coherencia general del sistema, en un esfuerzo para mejorar la coordinaci¨®n y la efectividad de la amplia multitud de entidades de las Naciones Unidas, se encontraron con una gran resistencia por parte del Sur. Dicho simplemente, el Sur desconf¨ªa de las medidas de ahorro y eficiencia, que considera intentos velados de fortalecer a¨²n m¨¢s el control del Norte sobre las Naciones Unidas. Por su parte, los principales donantes de las Naciones Unidas? ? los pa¨ªses desarrollados contribuyen aproximadamente con tres cuartas partes del presupuesto ordinario ? consideran que las reservas del Sur est¨¢n impidiendo una buena gobernanza.

Debido al r¨¢pido desarrollo y enriquecimiento de algunos pa¨ªses en desarrollo (p. ej., Brasil, China e India, entre otros), ciertos diplom¨¢ticos y otros actores suponen que coaliciones como el Grupo de los 77 ser¨¢n menos relevantes o influyentes en el futuro. Sin embargo, cabe se?alar que el Grupo de los 77 desde los a?os noventa solo ha perdido un pu?ado de sus miembros porque se unieron ¡°al otro lado¡±. De ellos, los antiguos miembros del Grupo de los 77 Chipre, Malta y Rumania lo dejaron para unirse a la Uni¨®n Europea, y M¨¦xico y la Rep¨²blica de Corea abandonaron el grupo despu¨¦s de unirse a la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®micos (OCDE). Como la Rep¨²blica de Corea explic¨® despu¨¦s de dejar el Grupo de los 77 en 1997, las reglas b¨¢sicas de la OCDE no le permit¨ªan seguir siendo miembro del Grupo de los 77.

Sin embargo, parece que no existe una pol¨ªtica oficial del Grupo de los 77 relativa a lo que se ha denominado expl¨ªcitamente como ¡°doble pertenencia¡±. Por ejemplo, cuando Chile se uni¨® a la OCDE en 2010 decidi¨® permanecer en el Grupo de los 77 ya que no considera a la OCDE como un bloque negociador. Pero en algunas cuestiones tales como el cambio clim¨¢tico, por ejemplo, los dos grupos adoptan frecuentemente posiciones encontradas. Hasta ahora, los esfuerzos para empujar a Chile fuera del Grupo de los 77 no han tenido ¨¦xito. Evidentemente, la OCDE tampoco ha insistido en la retirada de Chile del Grupo de los 77. Hasta la fecha, no est¨¢ claro si la posici¨®n de Chile est¨¢ perjudicando la efectividad del Grupo de los 77 o de la OCDE. Teniendo en cuenta el gran tama?o de las coaliciones del Norte y del Sur, las divisiones internas y las ¡°filtraciones¡± sobre estrategias y posiciones particulares son probablemente inevitables de todas maneras.

Sin duda, la noci¨®n de que el inter¨¦s de los pa¨ªses en desarrollo tiende a ser marginalizado en las Naciones Unidas es la cuesti¨®n principal que une a los miembros del Grupo de los 77, as¨ª como la comprensi¨®n de que la brecha entre la mayor parte de los miembros del Grupo de los 77 y los pa¨ªses ricos no se ha acortado de manera significativa. Mientras el Norte acusa a menudo al Sur de quedarse rezagado desde el punto de vista del desarrollo, e identifica la mala gobernanza y la corrupci¨®n como causas principales, los pa¨ªses en desarrollo insisten en que el principal freno viene de las pol¨ªticas proteccionistas y los aranceles de los pa¨ªses ricos que obstaculizan el comercio justo, del fracaso en el cumplimiento de sus obligaciones financieras y de su negativa a aprobar reformas sustanciales de la gobernanza econ¨®mica y financiera mundial.

Pero, como en cualquier grupo grande, las diferencias internas son inevitables. Los 133 miembros del Grupo de los 77 se enfrentan a diferentes realidades econ¨®micas, geopol¨ªticas, hist¨®ricas, culturales y religiosas. En las primeras posiciones del grupo se reflejaron especialmente los intereses espec¨ªficos de los pa¨ªses sin litoral, los menos adelantados y los peque?os Estados insulares. Debido a que casi todas las cuestiones del programa del Grupo de los 77 tienen su propia circunscripci¨®n, resulta inherentemente dif¨ªcil para el Grupo de los 77 ser flexible, incluso cuando el compromiso puede tener sentido para muchos de sus miembros. Adem¨¢s de las facciones mencionadas anteriormente, ?frica, los pa¨ªses productores de petr¨®leo, los pa¨ªses con grandes bosques, las potencias econ¨®micas emergentes y los pa¨ªses con un programa anticapitalista aportan cada uno sus prioridades a la forma definitiva de la amplia plataforma del Grupo de los 77.

A pesar de su diversidad, cuando no se puede alcanzar el consenso en la Asamblea General en temas prioritarios del programa del Grupo de los 77, los votos indican que, la mayor¨ªa de las veces, el Sur act¨²a al un¨ªsono. Sin embargo, un promedio de 40 Estados Miembros en desarrollo no participan en tales votaciones. Pero la impresi¨®n es que esto no es tanto un indicador de disensi¨®n interna, desinter¨¦s o influencia indebida del Norte, como una cuesti¨®n de capacidad. Misiones m¨¢s peque?as tampoco logran seguir todos los temas de su programa, y su pertenencia al Grupo de los 77 les permite delegar la adopci¨®n de algunas decisiones en el grupo.

Est¨¢ de moda, especialmente en los gobiernos del Norte, desde?ar a la Asamblea General consider¨¢ndola una charla que no produce muchos resultados concretos. Sin embargo, cualquier reflexi¨®n cuidadosa u objetiva sobre el papel de la Asamblea en el desarrollo de los pilares clave de las Naciones Unidas en los ¨²ltimos 50 a?os revelar¨¢ que ha sido el ¨®rgano principal en el establecimiento de nuevas leyes, instituciones, organizaciones y programas. Sin duda alguna, el Grupo de los 77 ha sido indispensable para impedir la dominaci¨®n de las grandes potencias en la adopci¨®n de decisiones de las Naciones Unidas, o los procesos de votaci¨®n de ¡°un d¨®lar, un voto" preferidos por muchos en el Norte. Si esta hubiera sido la ¨²nica contribuci¨®n del Grupo de los 77, ya merecer¨ªa grandes elogios, ya que las Naciones Unidas se derrumbar¨ªan si se volvieran menos democr¨¢ticas.

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