26 febrero 2010

En el siglo XVIII, el fil¨®sofo anglo-irland¨¦s George Berkeley resumi¨® su teor¨ªa del "inmaterialismo" en la siguiente m¨¢xima: ser es ser percibido.

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la problem¨¢tica de g¨¦nero era lo ¨²ltimo que ten¨ªa en mente el buen obispo con dicha sentencia, pero su revelaci¨®n filos¨®fica describe acertadamente la dif¨ªcil situaci¨®n en que se encuentran las mujeres de todo el mundo en lo que se refiere a la cobertura medi¨¢tica: bien no aparecen en las noticias, y por lo tanto es imposible percibirlas ya que no est¨¢n, o se las incluye, pero dentro de par¨¢metros limitados que impiden una cabal percepci¨®n de su contribuci¨®n a la sociedad. Esta situaci¨®n var¨ªa dependiendo de los pa¨ªses, pero en general, las mujeres y las ni?as muy raras veces aparecen en el mundo period¨ªstico como narradoras de su propia experiencia o como fuentes autorizadas de un tema determinado. Adem¨¢s, cuando s¨ª aparecen, se las presenta de manera estereotipada.

Hace unos a?os, pas¨¦ bastante tiempo impartiendo cursos de capacitaci¨®n en periodismo en varios pa¨ªses. Antes de dar comienzo a un taller, mi colega y yo siempre realiz¨¢bamos un r¨¢pido an¨¢lisis del contenido de los peri¨®dicos locales; tom¨¢bamos un ejemplar e ¨ªbamos contando las p¨¢ginas hasta que encontr¨¢bamos la fotograf¨ªa de una mujer ilustrando un art¨ªculo. Los redactores de un peri¨®dico suelen agrupar las historias que consideran m¨¢s importantes y sustanciosas en las primeras p¨¢ginas, que forman la secci¨®n principal. Muchas veces hoje¨¢bamos toda esta secci¨®n sin encontrar una sola foto de una mujer. Hab¨ªa muchas fotograf¨ªas de hombres frente a un micr¨®fono o detr¨¢s de un escritorio en situaciones que suger¨ªan poder y control. Nunca encontramos una mujer. Y la televisi¨®n era a¨²n peor. La juventud y la belleza eran condiciones indispensables para aparecer ante las c¨¢maras. ?D¨®nde estaban las periodistas maduras y experimentadas? Tambi¨¦n se notaba la ausencia de voces femeninas influyentes en las secciones de ciencias, finanzas y deportes. Mi colega y yo todav¨ªa recordamos con asombro un art¨ªculo sobre el c¨¢ncer de mama en las mujeres donde no hab¨ªa una sola fuente que fuera una mujer, ni pacientes ni doctoras; los ¨²nicos entrevistados eran m¨¦dicos hombres.

Las cosas han mejorado un poco desde entonces. Aun as¨ª, un estudio sobre los medios de comunicaci¨®n de ?frica, publicado en febrero de 2009 por la Fundaci¨®n Internacional de Mujeres en los Medios (IWMF) en el marco de los preparativos para la capacitaci¨®n sobre la cobertura period¨ªstica relativa a las mujeres y la agricultura, revel¨® que las mujeres eran pr¨¢cticamente invisibles en los medios de comunicaci¨®n africanos. Seg¨²n dicho estudio, solamente un 11% de las fuentes eran mujeres, y solo un 7% de los art¨ªculos sobre el tema de la agricultura estaban centrados en las mujeres, pese a que estas produc¨ªan el 70% de los alimentos de la regi¨®n. En otras palabras, se pasaba por alto a las protagonistas clave del art¨ªculo sobre la agricultura. ?C¨®mo pretender entonces que los consumidores de las noticias entendieran el tema?

Y si bien me result¨® alentador encontrar hace poco un art¨ªculo dedicado a una empresaria en un peri¨®dico franc¨¦s, ?me sent¨ª igualmente consternada cuando justo despu¨¦s di con otro sobre lo dif¨ªcil que pod¨ªa ser para las mujeres de baja estatura encontrar marido!

En el periodismo de radio y televisi¨®n tambi¨¦n impera una superficialidad tendenciosa. La ropa, el maquillaje y los peinados de las mujeres que son importantes figuras p¨²blicas son objeto de un examen minucioso y obsesivo y reciben la misma atenci¨®n que sus opiniones y posiciones en asuntos fundamentales, mientras que ning¨²n periodista se molestar¨ªa en hacer comentarios sobre el traje arrugado de un pol¨ªtico con sobrepeso o sobre el hecho de que su camisa y corbata no hagan juego. Mientras tanto, las tragedias de las v¨ªctimas de violaci¨®n en zonas de grave conflicto, los abusos a que se ven sometidas a diario las mujeres en algunas sociedades donde se las priva de sus derechos b¨¢sicos, o la esclavitud de decenas de miles de mujeres que caen en las redes de trata de seres humanos contin¨²an sin aparecer en las noticias. La mayor¨ªa de los jefes de redacci¨®n no perciben que estos cr¨ªmenes inefables sean noticias de inter¨¦s p¨²blico que ameriten la inversi¨®n de recursos.

La imagen distorsionada de las mujeres y las ni?as que presentan los medios de comunicaci¨®n en todo el mundo no es producto de la casualidad. Es el resultado directo de m¨²ltiples factores, sobre todo del modo en que se ejerce el periodismo en el mundo y de la naturaleza intr¨ªnseca de las salas de redacci¨®n. Los periodistas escriben contra reloj. A menudo, la presi¨®n de obtener noticias todos los d¨ªas no les da tiempo a diversificar sus fuentes o buscar nuevas voces, que pueden no estar disponibles de inmediato o incluso no ser confiables. Por este motivo, tienden a volver a la misma fuente una y otra vez. Por ejemplo, unas empresarias nuevas y prometedoras nunca van a ser elegidas como fuente si tienen a un experimentado directivo bancario de sexo masculino que ya ha sido entrevistado anteriormente.

Las noticias como producto buscan causar impacto. En un panorama cada vez m¨¢s competitivo y fragmentado como es el de medios de comunicaci¨®n, es mucho m¨¢s f¨¢cil captar la atenci¨®n del espectador o el lector con una joven ligera de ropa que con un debate serio y nada glamoroso sobre la deteriorada infraestructura de alcantarillado.

Por ¨²ltimo, la naturaleza del periodismo, con su ritmo fren¨¦tico, calendarios impredecibles y exigencia de plazos poco razonables, juega en contra de las mujeres, que siguen siendo las principales responsables del hogar familiar y el cuidado de los hijos.

Es posible que en el futuro surjan nuevas formas de comunicaci¨®n que logren cambiar radicalmente la manera en que los consumidores procesan las noticias y otro tipo de informaci¨®n, pero hasta el momento no hay pruebas de que los avances tecnol¨®gicos sean la f¨®rmula m¨¢gica que resuelva las desigualdades profesionales o las desigualdades en la cobertura medi¨¢tica.

Las limitaciones inherentes al oficio period¨ªstico son muestra de que las salas de prensa reproducen las sociedades en las que funcionan. La barrera invisible en la industria de los medios de comunicaci¨®n es una realidad. La desigualdad entre los trabajadores del periodismo, que se da en todos los medios, ya sea televisi¨®n, prensa escrita, radio, y ahora incluso en Internet, no es m¨¢s que una prolongaci¨®n de la desigualdad entre los g¨¦neros que existe en la sociedad en general. Las mujeres siguen siendo v¨ªctimas de discriminaci¨®n en muchas profesiones, y el periodismo no es ninguna excepci¨®n.

Como ilustraci¨®n, siempre est¨¢n las fotos en blanco y negro de las salas de redacci¨®n de anta?o: un ej¨¦rcito de hombres en mangas de camisa, con un cigarrillo en la boca, escribiendo p¨¢ginas de material con gruesos l¨¢pices o mecanografiando fren¨¦ticamente en sus m¨¢quinas Royal. Si en las fotograf¨ªas hay alguna mujer, est¨¢ sirviendo caf¨¦ o contestando el tel¨¦fono.

Los hombres tienen bien asumidos sus derechos, y esto les impide considerar siquiera la relevancia de la igualdad entre los g¨¦neros. Esto no quiere decir que no haya organizaciones que valoren la capacidad de liderazgo de las mujeres o que no existan ejecutivos de los medios de comunicaci¨®n comprometidos con la promoci¨®n de las mujeres y los puntos de vista de la mujer en las coberturas period¨ªsticas. Pero en general, la industria de los medios de comunicaci¨®n a¨²n sigue anclada en una estructura anticuada, un enclave dominado por los hombres donde las mujeres periodistas constatan con frustraci¨®n que la igualdad (y m¨¢s a¨²n la posibilidad de ocupar una posici¨®n de liderazgo) contin¨²a siendo tan solo una promesa. Esta situaci¨®n tiene un efecto directo sobre la cobertura de las noticias. A¨²n no hay una masa cr¨ªtica de mujeres que permita incorporar las cuestiones de g¨¦nero en la agenda de los medios de comunicaci¨®n.

Pocas mujeres acceden a los puestos m¨¢s altos de direcci¨®n en los medios, y muchas de las que lo logran pagan el precio de su adelanto asumiendo las caracter¨ªsticas de sus colegas masculinos, a costa de priorizar la igualdad entre los g¨¦neros. Una colega m¨ªa, que actualmente es una prestigiosa ejecutiva de la industria period¨ªstica de los Estados Unidos, iba a jugar al golf con sus pares masculinos, a pesar de no tener ninguna afici¨®n por ese deporte, porque era la ¨²nica forma de que la incluyeran en las conversaciones importantes. Para ella, el tiempo que pasaba en el campo de golf era una prolongaci¨®n de su jornada de trabajo, no un momento de esparcimiento. No pod¨ªa arriesgarse a sobresalir como "mujer" en la sala de redacci¨®n poniendo de relieve las cuestiones de g¨¦nero, ya fuera mediante su conducta personal o promoviendo dichas cuestiones de manera expl¨ªcita.

Los prejuicios persisten por m¨¢s que haya una aceptaci¨®n cada vez mayor de las mujeres en puestos directivos. Las estructuras de las redes de contactos existentes en los medios, definidas por los hombres, desalientan la participaci¨®n activa de las mujeres. Si una mujer que ocupa un puesto de direcci¨®n dice lo que piensa sin tapujos, la consideran irritante e hist¨¦rica. Si no hace valer sus puntos de vista, se la toma por incompetente. En una ocasi¨®n vi a uno de mis jefes, director ejecutivo de un gran peri¨®dico metropolitano, parodiar a una ejecutiva colega que hab¨ªa expresado una opini¨®n con la que no estaba de acuerdo para mostrarle al equipo directivo lo poco que le importaban los comentarios de esa mujer. Nunca lo vi burlarse de sus colegas hombres, por m¨¢s rid¨ªculas que le parecieran sus observaciones o por mucho que discrepara con sus puntos de vista.

La disparidad en la situaci¨®n del hombre y la mujer posiblemente sea el obst¨¢culo m¨¢s cr¨ªtico que nos impide en la pr¨¢ctica encontrar la forma de lograr una sociedad m¨¢s justa. Los medios de comunicaci¨®n deben ser un espejo que refleje la realidad tal cual es, y por el momento distan much¨ªsimo de representar a las mujeres y las ni?as de manera cabal y justa.

Como un primer paso en los esfuerzos por promover una reconfiguraci¨®n de la agenda de los medios a fin de incluir voces femeninas de una manera significativa y justa, la Fundaci¨®n Internacional de Mujeres en los Medios est¨¢ llevando a cabo la encuesta m¨¢s completa que se haya realizado hasta ahora sobre la situaci¨®n de la mujer en los medios de comunicaci¨®n a nivel mundial. Se ha entrevistado a ejecutivos de m¨¢s de 500 empresas de comunicaci¨®n de todo el mundo a fin de recabar informaci¨®n sobre temas como la igualdad de remuneraci¨®n, las oportunidades de ascenso en la carrera y el acceso a formaci¨®n permanente para las mujeres periodistas. Los resultados de este estudio marcar¨¢n la pauta para una plataforma de acci¨®n dirigida a subsanar las desigualdades que existen actualmente en las salas de redacci¨®n. Si se logra que haya suficientes mujeres en puestos de poder en la sala de redacci¨®n, mujeres capaces de reconocer que cualquier noticia puede tener una perspectiva de g¨¦nero, se habr¨¢n conseguido las condiciones para garantizar la igualdad de cobertura.

Las noticias solo surgen a quienes pueden contarlas. Una vez que se hayan implantado las estructuras adecuadas en la industria de los medios de comunicaci¨®n, esas voces femeninas invisibles tendr¨¢n la oportunidad de ser o¨ªdas.

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