Durante la reuni¨®n de pa¨ªses industrializados que conforman el Grupo de los Ocho celebrada en Heiligendamm (Alemania) el 6 de junio de 2007, se pusieron las cartas sobre la mesa y las fuerzas reunidas para luchar contra el calentamiento global se posicionaron en bandos opuestos.
Por un lado, Alemania y el Reino Unido instaron a que se celebren urgentemente conversaciones en torno a un nuevo tratado sobre el cambio clim¨¢tico que entrar¨ªa en vigor cuando expire el Protocolo de Kyoto en 2012. Asimismo, mencionaron medidas restrictivas para frenar las emisiones de carbono y limitar el aumento de las temperaturas globales durante las pr¨®ximas cuatro d¨¦cadas a 2? Celsius. Por su parte, los Estados Unidos, que cuentan con una iniciativa propia, se opusieron a estos objetivos y plazos por considerarlos arbitrarios.
Ese d¨ªa, durante mi viaje hacia Heiligendamm, mi principal preocupaci¨®n era asegurar que todas esas iniciativas diferentes y potencialmente conflictivas se fundieran en un ¨²nico proceso multilateral en el marco de las Naciones Unidas. Y eso es precisamente lo que se consigui¨® durante la cumbre. Los ocho gobiernos acordaron que, en lo referente al clima, el proceso dentro del marco de trabajo de las Naciones Unidas es el foro m¨¢s adecuado para negociar medidas futuras de alcance mundial, aceptaron su responsabilidad de actuar con el objetivo de reducir y eventualmente eliminar las 07-42773 (S) emisiones e hicieron un llamamiento a la elaboraci¨®n de un acuerdo de alcance mundial para 2009, inscrito en la Convenci¨®n Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico que garantice que no se abra ninguna brecha entre la expiraci¨®n del Protocolo de Kyoto en 2012 y futuros enfoques respecto al cambio clim¨¢tico.
A trav¨¦s de este gran avance, el Grupo de los Ocho reconoc¨ªa que ciertos hechos fundamentales est¨¢n por encima de cualquier discusi¨®n. En primer lugar, los datos cient¨ªficos son claros: el calentamiento de la Tierra no puede ponerse en duda y los seres humanos somos los principales responsables. Cada d¨ªa se dan a conocer nuevas pruebas, como el ¨²ltimo informe sobre la retirada de los glaciares o el reciente descubrimiento de que el Oc¨¦ano ?rtico ya no puede absorber di¨®xido de carbono (CO2). Pens¨¦moslo por un momento: la mayor "trampa" de carbono del planeta est¨¢ al l¨ªmite de su capacidad.
En segundo lugar, ahora es el momento de actuar. La mayor¨ªa de los economistas coinciden en que el coste de no hacerlo ser¨¢ superior al de tomar medidas pronto, probablemente en varios ¨®rdenes de magnitud. No se sabe a ciencia cierta si los da?os que el hurac¨¢n Katrina provoc¨® en Nueva Orle¨¢ns se debieron al calentamiento global, pero esa tragedia no deja de ser una advertencia sobre los peligros sociales y financieros que conlleva el no actuar a tiempo. Es asimismo evidente que no podemos seguir analizando indefinidamente las opciones que se nos presentan. Deben empezar a reducirse las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo. El comercio de derechos de emisi¨®n de carbono es tan s¨®lo una de las posibilidades, aunque se cuente entre las soluciones de pol¨ªtica medioambiental m¨¢s efectivas. Debemos adoptar una estrategia a largo plazo que incluya las nuevas tecnolog¨ªas, la conservaci¨®n de energ¨ªa, los proyectos forestales y los combustibles renovables, as¨ª como los mercados privados. No obstante, ni los actuales esfuerzos de mitigaci¨®n m¨¢s decididos conseguir¨¢n evitar todos los cambios clim¨¢ticos futuros, ya que los cambios en el clima se producen tras largos lapsos de tiempo. El actual calentamiento de la Tierra es consecuencia de los gases de efecto invernadero emitidos durante d¨¦cadas. Lo preocupante es que ese proceso se est¨¢ acelerando.
Hay un tercer hecho, que a mi juicio es el m¨¢s importante de todos. Se trata b¨¢sicamente de una cuesti¨®n de equidad, de valores, que es uno de los grandes imperativos morales de nuestra era. El calentamiento de la Tierra nos afecta a todos, pero no de la misma manera: los pa¨ªses ricos poseen los recursos y conocimientos especializados necesarios para adaptarse, mientras que un agricultor africano que pierde su cosecha o su ganado debido a la sequ¨ªa y las tormentas de arena, o un habitante de las islas de Tuvalu que se enfrenta a la amenaza de que su aldea quede sumergida bajo el agua, son infinitamente m¨¢s vulnerables. La adaptaci¨®n a gran escala y su financiaci¨®n-- estimada en varios miles de millones de d¨®lares anuales --necesarias para gestionar las repercusiones del cambio clim¨¢tico son esenciales, sobre todo para los pa¨ªses en desarrollo. El comercio de derechos de emisi¨®n de carbono posee el potencial de proporcionar la mayor parte de la financiaci¨®n necesaria. ?C¨®mo conseguiremos lograr el objetivo de desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la pobreza si no se satisface la aspiraci¨®n del mundo en desarrollo a una mayor participaci¨®n en la prosperidad mundial?
La dimensi¨®n humana es el principio por el que deben guiarse los pueblos del mundo al afrontar juntos cualquier problema com¨²n, incluido el cambio clim¨¢tico. Considero que es un deber, una extensi¨®n de la sagrada obligaci¨®n de proteger que es el fundamento de las Naciones Unidas.
En el curso de un debate celebrado en el Consejo de Seguridad en abril de 2007, el representante de Namibia expres¨® su opini¨®n sobre los peligros del cambio clim¨¢tico en estos t¨¦rminos: ?No se trata de un ejercicio acad¨¦mico, sino de una cuesti¨®n de vida o muerte para mi pa¨ªs?, declar¨® y, a continuaci¨®n, pas¨® a describir c¨®mo se est¨¢n expandiendo los desiertos de Namib y Kalahari, destruyendo tierras de cultivo con su avance y convirtiendo en inhabitables regiones enteras. Sus palabras me hicieron pensar en mi propio pa¨ªs, Corea, que cada vez con m¨¢s frecuencia tiene que soportar tormentas de arena que cruzan el Mar Amarillo procedentes del cada vez mayor desierto del Gobi. El representante de Namibia continu¨® diciendo que la malaria se hab¨ªa propagado a zonas donde hasta la fecha era desconocida la enfermedad y que, en una tierra famosa por su biodiversidad, se estaban extinguiendo especies enteras de plantas y animales. Por ¨²ltimo afirm¨® que los pa¨ªses en desarrollo como el suyo cada vez estaban m¨¢s expuestos a lo que calific¨® de "guerra biol¨®gica o qu¨ªmica de baja intensidad".
Las emociones expresadas por el representante de Namibia eran intensas y correspond¨ªan a una realidad vital, no imaginaria. Es importante que el mundo desarrollado escuche y act¨²e en consecuencia y que el mundo entero una sus esfuerzos para solucionar el problema ya. Para aprovechar el actual impulso positivo y subrayar la necesidad de actuar r¨¢pidamente, anunciar¨¦ la convocatoria de una reuni¨®n de alto nivel sobre el cambio clim¨¢tico que se celebrar¨¢ en Nueva York el 24 de septiembre de 2007, coincidiendo con el comienzo del periodo de sesiones de la Asamblea General.
Conf¨ªo as¨ª en que el mensaje conjunto de los l¨ªderes de todo el mundo de cara a las negociaciones de Bali que se celebrar¨¢n en diciembre en virtud de la Convenci¨®n Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico ser¨¢ que continuar con las cosas como est¨¢n ya no es una opci¨®n posible, sino que debe llegarse a acuerdos concretos a la mayor brevedad.
Durante las consultas con los Estados Miembros, cuento con la colaboraci¨®n de tres enviados especiales, personalidades de reconocido prestigio a nivel internacional que entablan conversaciones en mi nombre con los l¨ªderes de todo el mundo en relaci¨®n con el alcance del papel de las Naciones Unidas.
Mi intenci¨®n es continuar sirviendo de catalizador y mediador a fin de alcanzar una respuesta global para el problema m¨¢s global. El cambio clim¨¢tico y c¨®mo nos enfrentemos a ¨¦l ser¨¢ lo que nos defina a nosotros, a nuestro tiempo y, en ¨²ltima instancia, al legado mundial que dejemos a las generaciones futuras. Ha llegado el momento de las nuevas ideas y de un nuevo principio de inclusi¨®n. Los l¨ªderes deben asumir sus responsabilidades, no tanto de cara a sus ancestros sino m¨¢s bien ante sus nietos. Las Naciones Unidas son parte significativa de la soluci¨®n y yo por mi parte har¨¦ todo lo posible por garantizar que desempe?an su papel plenamente.
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La Cr¨®nica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as¨ª como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art¨ªculos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci¨®n por parte de las Naciones Unidas.?