27 mayo 2014

El surgimiento del Grupo de los 77 se reconoce hoy en d¨ªa como uno de los fen¨®menos pol¨ªticos de mayor relevancia en el per¨ªodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, en particular dentro de la evoluci¨®n del sistema de las Naciones Unidas. Sin embargo, dicha afirmaci¨®n sigue subestimando la trascendencia del pacto duradero suscrito en 1964 por 77 pa¨ªses en desarrollo como logro singular de nuestra humanidad que llegar¨ªa a influir en la diplomacia multilateral y a reconfigurar esta y, por consiguiente, tambi¨¦n la gesti¨®n econ¨®mica, social y ecol¨®gica de la relaci¨®n entre la raza humana y nuestro planeta azul.

Cincuenta a?os despu¨¦s celebramos el 50? aniversario del Grupo de los 77 y solo podemos volver la vista atr¨¢s y preguntarnos c¨®mo esos miembros fundadores lograron casi un imposible al crear un pacto que no solo intensificaba la funci¨®n de las Naciones Unidas, sino que representaba la quintaesencia de los principios democr¨¢ticos de equidad y justicia, pues hizo que se oyera de forma real la voz de los marginados, los privados de derechos, los desheredados, los pobres, los desfavorecidos y los explotados y los facult¨® para emprender el camino que les llevar¨ªa a ser due?os de su propio destino.

La unidad del Grupo de los 77 no se fundamentaba en la homogeneidad de los sistemas pol¨ªticos, ni en una identidad ¨²nica de sus intereses econ¨®micos. Se basaba en una percepci¨®n com¨²n y compartida del car¨¢cter desigual del orden econ¨®mico existente en aquel momento, de la carencia de justicia y ¨¦tica de las reglas del juego y de la necesidad de cambiarlas.

Los primeros logros del Grupo de los 77 dentro de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) fueron extraordinarios seg¨²n todos los criterios de la diplomacia multilateral. El Grupo ampli¨® los l¨ªmites del desarrollo en pro de un nuevo orden mundial que iba mucho m¨¢s all¨¢ de las humildes expectativas de sus fundadores. Como alianza y pacto que no contaba con estructura institucional oficial, sistema de apoyo administrativo ni reglamento escrito y que funcionaba ¨²nicamente por consenso, sin tener que recurrir a la votaci¨®n de su posici¨®n com¨²n en sus 50 a?os de existencia, se trataba poco menos que de un milagro; sin embargo, el Grupo habl¨® y negoci¨® con una sola voz en todas y cada una de las esferas del desempe?o humano en nombre de la gran mayor¨ªa de la raza humana. Todo ello, a pesar de las diferencias significativas y de la diversidad existentes entre sus miembros.

Este Grupo diverso y heterog¨¦neo logr¨® (para mayor frustraci¨®n de sus interlocutores) superar los prejuicios de civilizaciones e ideolog¨ªas pol¨ªticas opuestas para colaborar entre s¨ª y forjar un consenso acerca de complejas cuestiones econ¨®micas que repercut¨ªan en la vida cotidiana de sus ciudadanos. Tal como lo resumiera un diplom¨¢tico experimentado, aquellos pa¨ªses en desarrollo dejaron sus diferencias a la entrada de las salas de reuniones como si de su equipaje personal se tratara.

Tampoco se pretende decir con eso que no existieran desaf¨ªos tremendos a los que el Grupo tuvo que hacer frente en la situaci¨®n geopol¨ªtica mundial en r¨¢pida evoluci¨®n en la que se encontraba inmerso. Sin embargo, a finales de los a?os ochenta, el sistema del Grupo constitu¨ªa la ¨²nica herramienta viable para la adopci¨®n de decisiones multilaterales en todo el sistema de las Naciones Unidas.

En el propio n¨²cleo de aquella agrupaci¨®n de pa¨ªses en desarrollo radicaba el deseo de promover la cooperaci¨®n Sur-Sur. En los or¨ªgenes del Grupo de los 77 esa cooperaci¨®n se ve¨ªa como una demostraci¨®n de su unidad, un poder compensatorio frente a los pa¨ªses del norte en los procesos de negociaci¨®n y una confirmaci¨®n de la solidaridad del Grupo. Verdaderamente se trataba de la unidad que celebraba la diversidad.

El Grupo de los 77, al igual que cualquier otra instituci¨®n, no es inmune al cambio ni est¨¢ aislado de sus repercusiones. El mundo en el que surgi¨® se hab¨ªa transformado dos d¨¦cadas despu¨¦s en un lugar completamente diferente. El panorama econ¨®mico y geopol¨ªtico cambiar¨ªa de forma radical con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, la supremac¨ªa de los mercados, el auge del sistema econ¨®mico ¨²nico y la hegemon¨ªa del consenso de Washington. Con todos estos factores y con la llegada de la globalizaci¨®n, el cambio se volvi¨® tan profundo que el Grupo no tuvo otra opci¨®n sino responder a ¨¦l a trav¨¦s de la transformaci¨®n, mitigaci¨®n y adaptaci¨®n, tanto en lo relativo a tiempo y espacio como a su m¨¦todo de trabajo y organizaci¨®n, as¨ª como mediante la aplicaci¨®n de un programa para el desarrollo diferenciado. Sin embargo, por muy dr¨¢sticos que fueran esos cambios, el Grupo de los 77 no admiti¨® que se comprometiera en modo alguno el fundamento moral de su unidad.

No result¨® una tarea sencilla acortar distancias entre aquellos que favorec¨ªan la eficiencia y la competencia y los que valoraban la funci¨®n del Estado para asegurar la equidad y la justicia. Los pa¨ªses en desarrollo pertenecientes al Grupo de los 77 tambi¨¦n comprendieron que el programa para el desarrollo estaba cambiando, que las soluciones al desarrollo se ten¨ªan que diversificar y que las soluciones de "talla ¨²nica" o de "beneficios equivalentes" ya no eran ni posibles ni factibles, dada la diversidad econ¨®mica, social y ecol¨®gica de los pa¨ªses en desarrollo y su capacidad interna. Adem¨¢s, con el nuevo programa para el desarrollo, el derecho incipiente sustitu¨ªa los instrumentos jur¨ªdicamente vinculantes en las Naciones Unidas en pr¨¢cticamente todas las esferas del desempe?o humano; el Grupo de los 77 tuvo que aceptar la nueva coyuntura.

Hasta la fecha, numerosas instituciones pr¨®ximas al n¨²cleo del Grupo de los 77 se han transformado y han pasado de participar en el proceso de negociaci¨®n para la formaci¨®n de consenso y el establecimiento de normas a ser instituciones basadas en los conocimientos dedicadas al di¨¢logo sobre pol¨ªticas y al desarrollo de la capacidad. No obstante, los pa¨ªses en desarrollo pertenecientes al Grupo de los 77 y China han buscado y obtenido reconocimiento por una serie de responsabilidades comunes pero diferenciadas acerca de cuestiones fundamentales como son el desarrollo sostenible o el cambio clim¨¢tico, que constituyen bienes comunes, as¨ª como un margen normativo para su proceso de desarrollo.

Durante los ¨²ltimos 50 a?os, el Grupo de los 77 ha crecido y madurado hasta convertirse en un armaz¨®n para la diplomacia multilateral y ha pasado de ser un grupo que representaba la unidad y celebraba la diversidad a uno que representa la diversidad y celebra la unidad. Este resulta una estructura indispensable del sistema de las Naciones Unidas.

El Grupo continuar¨¢ evolucionando. Siempre surgir¨¢n nuevos desaf¨ªos. En la actualidad, su deber consiste en abordar la tormenta perfecta de la existencia humana y el tremendo desaf¨ªo que supone la combinaci¨®n del cambio clim¨¢tico, la seguridad y las crisis econ¨®micas y financieras end¨¦micas. Para ello, precisar¨¢ de un mayor apoyo operacional e institucional en reconocimiento a la contribuci¨®n que puede hacer en beneficio de la humanidad en los pr¨®ximos 50 a?os.

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