El cambio climático y la malaria : una relación compleja
La malaria, la enfermedad tropical parasitaria transmitida por mosquitos más importante y mortÃfera del mundo, mata a aproximadamente 1 millón de personas y afecta hasta a 1.000 millones de personas en 109 paÃses de Ãfrica, Asia y América Latina . La reducción del efecto de la malaria contribuirá significativamente a los esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordados por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas. La variación en las condiciones climáticas, como la temperatura, los patrones de lluvia y la humedad, tiene un efecto profundo en la longevidad del mosquito y en el desarrollo de los parásitos de la malaria en el mosquito y, en consecuencia, en la transmisión de la enfermedad.
Los niños indÃgenas - Derechos humanos, mortalidad y Objetivos de Desarrollo del Milenio Cómo saber cuándo se han alcanzado las metas establecidas
El primer intento efectivo de promover los derechos de los niños fue la Declaración de los Derechos del Niño, redactada por Eglantyne Jebb, en 1923 y aprobada por la Sociedad de las Naciones en 19241. El 20 de noviembre de 1959, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una versión mucho más amplia de ese instrumento como su propia Declaración de los Derechos del Niño, con 10 principios en lugar de los cinco iniciales2. La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño fue el primer instrumento jurÃdicamente vinculante que incorporó toda la gama de derechos humanos y describió las necesidades y los derechos especÃficos de los niños3. Estos derechos humanos abarcaban los derechos civiles, culturales, económicos, polÃticos y sociales, asà como aspectos del derecho humanitario3. La Convención sobre los Derechos del Niño fue firmada en 1989 y entró en vigor en 1990. A mayo de 2010, son partes en la Convención 193 paÃses-- que la ratificaron y aceptaron o se adhirieron a ella con reservas o interpretaciones --entre ellos todos los miembros de las Naciones Unidas excepto Somalia y los Estados Unidos, que tan solo la firmaron3.
VIH/SIDA ¿Ganaremos, y cuándo?
Es muy apropiado examinar la evolución de la epidemia del VIH/SIDA en el contexto de la salud mundial. Uno de los aspectos fundamentales de la salud mundial como disciplina de estudio y práctica es que busca no solo la mejora general de la salud en el mundo sino que, lo que es más importante, procura reducir las desigualdades entre los pueblos-- desigualdades que en definitiva representan injusticias. No habrá una mejora sustancial en la salud mundial a menos que exista a la vez un concepto de salud internacional, en el sentido de que las naciones y sus integrantes colaboren entre sÃ. El éxito en la lucha contra el VIH es, y por cierto seguirá siendo, una magnÃfica demostración de la capacidad de las naciones de cooperar entre sÃ, y las caracterÃsticas de la infección ponen claramente de manifiesto las injusticias que existen tanto entre los paÃses como dentro de ellos, injusticias que deben ser eliminadas.
El desarrollo de lazos mundiales en la esfera dela salud pública
El breve siglo XX, como lo definió Eric Hobsbawm en 1995, estuvo marcado por importantes avances económicos, sociales y técnico-cientÃficos que mejoraron la calidad de vida y la salud de millones de personas de todo el mundo. Sin embargo, como era de los extremos, frase acuñada también por Hobsbawm, el proceso de globalización empezó a generar no sólo grandes disparidades internacionales, sino también ingentes problemas sociales y sanitarios, sobre todo en los paÃses excluidos de los ejes centrales de la economÃa mundial.
La salud mundial: antes y ahora
¡Cómo cambia el mundo! Hace casi una generación, en 1994, fui uno de los autores de un importante estudio del Banco Mundial, titulado Better Health in Africa. Ahora tengo el privilegio de observar las cuestiones relacionadas con la salud en todo el mundo como Presidente y Director Ejecutivo de la Asociación pro Naciones Unidas de los Estados Unidos de América (UNA-USA). Estas experiencias me otorgan perspectiva sobre los cambios en las instituciones, polÃticas y financiación de la salud mundial.
Invisibles en los medios
En el siglo XVIII, el filósofo anglo-irlandés George Berkeley resumió su teorÃa del inmaterialismo en la siguiente máxima: ser es ser percibido.
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la problemática de género era lo último que tenÃa en mente el buen obispo con dicha sentencia, pero su revelación filosófica describe acertadamente la difÃcil situación en que se encuentran las mujeres de todo el mundo en lo que se refiere a la cobertura mediática: bien no aparecen en las noticias, y por lo tanto es imposible percibirlas ya que no están, o se las incluye, pero dentro de parámetros limitados que impiden una cabal percepción de su contribución a la sociedad. Esta situación varÃa dependiendo de los paÃses, pero en general, las mujeres y las niñas muy raras veces aparecen en el mundo periodÃstico como narradoras de su propia experiencia o como fuentes autorizadas de un tema determinado. Además, cuando sà aparecen, se las presenta de manera estereotipada.
¿En qué momento perdemos la compasión?
En mi vida he tenido la increÃble suerte de poder viajar. Ver el mundo y ser testigo de primera mano de su diversidad ha sido la mejor manera de aprender, y nunca recibà una lección más difÃcil que durante mi visita a la República Democrática del Congo en 2009. Rodeado por nueve paÃses distintos, en ese paÃs viven más de 200 grupos étnicos, por lo que se puede decir, literalmente, que es el corazón de Ãfrica. Allà se ha decretado el estado de emergencia. Diversas milicias y una complicada situación polÃtica influyen en la devastación de la tierra y de la población, pero nadie experimenta mayor sufrimiento que las mujeres y las niñas. Cientos de miles de mujeres y niñas sufren palizas, torturas y violaciones . atrocidades mayores de lo que nunca escuché y totalmente inimaginables para mÃ.
La violencia sexual como táctica de guerra y la resolución 1888 (2009) del Consejo de Seguridad
A fines de septiembre de 2009, ocurrieron al mismo tiempo dos acontecimientos marcadamente opuestos. El 30 de septiembre, la Secretaria de Estado de los Estados Unidos de América, Hillary Clinton, presentó la resolución 1888 (2009) ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que, como la resolución 1820 (2008) aprobada el año anterior, condena la violencia sexual vinculada a los conflictos armados y se propone dar a las Naciones Unidas los instrumentos necesarios para prevenir este tipo de violencia y combatir la impunidad. Apenas dos dÃas antes, en el estadio de Conakry (Guinea), se habÃa reprimido violentamente una manifestación pacÃfica de la oposición que buscaba adelantar el cronograma de las elecciones. Una Comisión Internacional de Investigación determinó que 156 personas habÃan sido asesinadas o habÃan desaparecido en esa oportunidad. Uno de los rasgos chocantes de esta agresión fue el uso de la violencia sexual: por lo menos 109 mujeres fueron violadas, muchas de ellas en el estadio a la vista de todos, de acuerdo con relatos que se filtraron del informe de la Comisión de Investigación, y algunas de esas violaciones quedaron registradas en las cámaras de teléfonos celulares y se divulgaron para alertar al mundo del hecho. El Representante Permanente de Francia ante las Naciones Unidas, Gérard Araud, en sus comentarios ante el Consejo de Seguridad la mañana del 30 de septiembre, vinculó la violencia sexual en Conakry con la resolución 1888 (2009).
Organismos de las Naciones Unidas avancemos juntos en respuesta a la violencia contra las mujeres
Está cobrando impulso un movimiento para poner fin a la violación más generalizada, pero menos reconocida, de los derechos humanos en el mundo: la violencia contra las mujeres. Los estudios indican que el 70% de las mujeres sufren algún tipo de violencia fÃsica o sexual durante la vida. En todas partes, las comunidades, la sociedad civil y los gobiernos se están movilizando para poner fin a prácticas que atentan contra la salud, la dignidad, la seguridad y la autonomÃa de las mujeres y que resultan perjudiciales a la sociedad en su conjunto. El sistema de las Naciones Unidas trabaja de consuno para respaldar a sus asociados en ese empeño.
Un recorrido por la vida de los refugiados
Quienes estamos preocupados por la violencia contra las mujeres y las niñas refugiadas estaremos de acuerdo en dos cosas: la primera es que se trata de un problema grave por su magnitud y la segunda es que aunque ha habido muchos intentos por abordar el problema durante las últimas tres décadas, queda por evaluar la efectividad de los resultados.
La violencia contra la mujer: Las estrategias que han funcionado para combatirla
La violencia contra las mujeres y las niñas es una forma virulenta de abuso y discriminación que no conoce de razas, clases sociales ni identidades nacionales. Adopta múltiples formas y puede ser fÃsica, sexual, psicológica y económica, aunque esas formas suelen estar todas interrelacionadas, pues desencadenan complejos efectos mutuos. Otros tipos especÃficos de violencia, como la trata de mujeres y niñas, trasciende con frecuencia las fronteras nacionales. Se calcula que cada año, hasta dos millones de personas, muchas de las cuales proceden de los más de 150 paÃses que constituyen el Sur global, son objeto de comercio para la prostitución, los trabajos forzados, la esclavitud o la servidumbre. Al poner en peligro la seguridad, libertad y autonomÃa, de las mujeres y niñas, la violencia de género vulnera sus derechos e impide su participación plena en la sociedad y el pleno desarrollo de su potencial como seres humanos.
Una historia de violencia
Llamémosla Magda. Es un nombre ficticio, pero su historia es real. Nació en Lesotho hace 35 años. Su vida es un ejemplo de violencia fÃsica, sexual y psicológica contra la mujer. La abuela de Magda fue adoptada por unos campesinos pobres y emigró con ellos desde el Estado Libre de Orange, que en aquella época era el núcleo de la ideologÃa del apartheid. La pobreza extrema la obligó a regresar a Sudáfrica para trabajar, dejando a sus hijos atrás, con sus abuelos. La madre de Magda solo tenÃa 15 años cuando nació su hija. Tras ser abandonada por un marido violento, siguió los pasos de su madre y cruzó la frontera en busca de trabajo. Magda quedó al cuidado de su abuela y su tÃo que, al ser el hombre de más edad de la casa, era considerado el cabeza de familia.